La zafra de la caña de azúcar, concretamente la quema de los cañaverales como paso previo a su corta y recolección que se realiza todos los años en una extensa zona colindante con los manglares ubicados a lo largo de la ribera norte del Estero le produce problemas e inconvenientes a los habitantes de la ciudad de Puntarenas.
Esta es una práctica que utiliza desde siempre la agroindustria del cultivo de la caña y tiene como objetivo despojarla de sus hojas, eliminar la maleza y evacuar o exterminar animales como ratas, serpientes y arañas, y así facilitar y agilizar su cosecha manual.
En el proceso se produce humo y ceniza que se desplazan de acuerdo con la velocidad y dirección del viento.
Esta ceniza, que es conocida como pavesa y que el diccionario define como “partecilla ligera que salta de una materia inflamada y acaba por convertirse en ceniza”, es la que, además de contaminar esa importante zona de manglares y sus ríos, cae en grandes cantidades sobre la ciudad porteña y a la que sus pobladores, con ingenio e ironía, le llaman “nieve negra”.
Algunos expertos consideran que la quema de los cañaverales son auténticos delitos medioambientales que causan serios problemas no solo a los ecosistemas, sino a la salud pública, ya que contamina el aire con monóxido de carbono, hidrocarburos y óxido de azufre, deteriora la capa de ozono e incide en el aumento de enfermedades cardiovasculares y bronquio-respiratorias.
En otros países, por presiones del sector ambientalista y de los afectados, se han hecho esfuerzos tendientes a eliminar esta práctica estableciendo prohibiciones o regulaciones adecuadas para reducir los efectos dañinos de la quema de los cañaverales.
Como ejemplo de las regulaciones podemos citar las que obligan a que las quemas se realicen en el período nocturno y las que autorizan que estas se hagan solamente a cierta velocidad del viento y cuando su dirección no afecte áreas urbanas.
Por otra parte, los productores de caña de azúcar en su interés por eliminar esta práctica sustituyen paulatinamente los cañaverales con variedades que son más apropiadas para la cosecha mecánica, para su corta en verde.
Sería conveniente que en nuestro país las autoridades del Ministerio de Agricultura y Ganadería, MAG, del Ministerio de Salud y del Ministerio de Ambiente y Energía, MINAE –que hasta hoy han desoído las múltiples y constantes quejas de los afectados– conjuntamente con las organizaciones que representan a los productores de este cultivo y partiendo de la experiencia de otros países productores de caña de azúcar, trabajen en la búsqueda de soluciones a este grave problema que no solo perjudica a la comunidad puntarenense, sino a otros muchos costarricenses a lo largo y ancho del territorio nacional.
Las soluciones que se identifiquen y se apliquen, si bien deben proteger prioritariamente la salud de los costarricenses y el medioambiente, también deben procurar salvaguardar la competitividad del sector azucarero, fuente de riqueza para el país.