CAMBRIDGE – Ataques terroristas. Tensiones por minorías religiosas y étnicas. Apoyo creciente a partidos políticos extremistas. Una brecha cada vez mayor entre norte y sur. Una poderosa canciller alemana. Una Rusia agresiva que busca ampliar su influencia territorial. El Reino Unido enmarañado en guerras distantes, cuestionándose si se debería desvincular de la Europa continental. Un orden político joven, nacido de una serie de devastadoras guerras internacionales, en peligro de implosión.
Es larga la lista de problemas a los que se enfrenta hoy Europa, pero no le faltan precedentes. De hecho, en muchos aspectos la situación actual se parece notablemente a las que enfrentó la Alemania de Otto von Bismarck.
En esa época se temía que las minorías católicas del sur socavaran el recién fundado imperio germánico, cuyo propósito era generar estabilidad ante un partido socialista radical en ascenso, después de una serie de sangrientas guerras (la última, contra los franceses) y varios intentos de asesinato del káiser. Alemania tenía al este una Rusia imperialista y, al oeste, una Francia sedienta de venganza. Mientras tanto, Gran Bretaña estaba entrampada en aventuras militares en Asia y Oriente Próximo.
Hoy, cuando Europa enfrenta complejas preguntas sobre su futuro, como las del referendo del Reino Unido sobre su continuidad en la Unión Europea, tal vez sea útil la experiencia de la Alemania de fines del siglo diecinueve. De ser así, pocos guías mejores para esa experiencia (y la nuestra) que Friedrich Nietzsche, uno de los pensadores más perceptivos de su tiempo.
Nietzsche criticó implacablemente la política de “sangre y hierro” que usó Bismarck para unificar Alemania. La consideraba un ejemplo de la “moralidad de esclavos” contra la que arremete en su gran obra La genealogía de la moral: un enfoque “inferior” de lo moral, centrado simplemente en el alivio del sufrimiento.
Nietzsche sabía de lo que hablaba: había sido voluntario como oficial de caballería en la guerra franco-prusiana. Aunque una mala caída le impidió combatir, cumplió funciones de asistencia médica que le permitieron tener una experiencia directa del trauma de la guerra. En su opinión, la Alemania militarista que emergió de aquella guerra había perdido contacto con su misión cultural original.
En Más allá del bien y el mal, Nietzsche fue más allá, explorando cómo sería un sistema político superior que se basara en la “moralidad de los amos” y trascendiera las nociones simplistas del “bien” y el “mal” para desarrollar valores desde una posición de nobleza y fuerza. Vislumbró una Europa unida y liderada por una élite cultural paneuropea que se centrara no en la grandeza, sino en el desarrollo de una nueva cultura europea.
Nietzsche argumentó que solo a través de su unificación Europa continental podría tener una voz fuerte en los asuntos mundiales, lo que en ese tiempo significaba estar en igual pie con los imperios británico y ruso en su “gran juego” estratégico, cuyo premio sería el control de Afganistán y el norte de la India. La alternativa (la política de poder en la que Bismarck estaba enzarzado) era “mezquina”, ya que se fundaba en la fragmentación y la desintegración de Europa.
Nietzsche reflexionó mucho sobre cómo se podría hacer realidad su nueva visión de la política y especuló que una amenaza creciente de Rusia podría servir de aliciente para la unificación. También creía que Europa continental tendría que “llegar a un acuerdo” con Inglaterra, cuyas colonias eran importantes socios comerciales.
Puede que los detalles hayan cambiado, pero muchos de los temas centrales (como la amenaza que representa Rusia o los beneficios estratégicos de la integración europea) siguen siendo los mismos. En cuanto al Reino Unido, si bien ya no es un imperio, sigue teniendo una enorme importancia para la economía de Europa; de hecho, la logística del comercio tras su potencial abandono de la UE es un tema clave del debate en torno al referendo. Y aunque Nietzsche no podría haber predicho el nivel de integración entre el Reino Unido y la Europa continental, advirtió precisamente contra el tipo de fragmentación que el referendo británico amenaza acrecentar.
Buena parte del debate sobre el brexit tiene poca relación con las ideas de Nietzsche, pero puesto que tan a menudo los argumentos políticos, económicos y sociales de ambos bandos vienen alimentados por el miedo, tal vez el debate se beneficiaría de una mayor profundidad filosófica.
Teniendo en mente las ideas de Nietzsche, los votantes británicos podrían reconocer que la verdadera pregunta a la que deben responder es si apoyar una política de poder mezquina y controvertida o la gran y noble política de la unificación.
Hugo Drochon enseña política en la Universidad de Cambridge y es autor de “Nietzsche’s Great Politics” (“La gran política de Nietzsche”).© Project Syndicate 1995–2016.