A todos los políticos, empresarios, periodistas, dirigentes sindicales y otros decisores y líderes de opinión, les recomiendo vivamente ejercitarse en la visión de esos carteles multicolores que publica La Nación con el nombre 5D, y que producen la ilusión óptica de ver tres dimensiones en una superficie plana.
No solo se experimenta una sensación sorprendente y grata, sino que además se realiza un interesante ejercicio gnoseológico: el descubrimiento de una realidad sólida y clara detrás de una apariencia inexpresiva y confusa. Esta, la que observamos a simple vista, sin hacer esfuerzo alguno, es ordinaria y chata. Es, en el sentido estricto del término, el lugar común. La otra percepción requiere paciencia, y requiere sobre todo olvidar nuestra forma normal de mirar para aprender una nueva. Pero esa nueva percepción es profunda, elocuente y enriquecedora. La dificultad que nos presenta, la práctica que demanda, la ocasional frustración de no poder enfocar correctamente, son lecciones de humildad congnoscitiva que no nos vienen nada mal. El hecho de que, de pronto, un giro inesperado del pensamiento, la percepción o la intuición nos coloque de golpe ante una realidad asombrosa que instantes atrás ignorábamos, no es menos aleccionador.
Vivimos --y viviremos aún más-- tiempos de confrontación. En épocas así cabe recordar la teoría de Roger Fisher, el director del Proyecto de Negociaciones de la Universidad de Harvard. Según Fisher, las posiciones aparentes de dos partes en conflicto son a menudo irreductibles, y hacer prácticamente imposible cualquier negociación. Sin embargo, si se va más allá de esas posiciones para indagar cuáles son los intereses de fondo de las partes, se comienza a encontrar áreas de consenso que hacen posible la negociación.
Aplicando esa teoría, Fisher ha facilitado negociaciones, asombrosamente exitosas, desde Camp David hasta la hora actual. Pero la aplicación de ese método requiere, precisamente, ir más allá de las apariencias, y hurgar en posibilidades que no percibimos a primera vista. De manera, señoras y señores, que les insto respetuosamente a familiarizarse cuanto antes con la percepción 5D y, de ser posible, con los libros de Roger Fisher. En ambos casos, les aseguro que no se arrepentirán.