Matemática esperanzadora

Los académicos de la Escuela de Matemática enfrentaron los intereses creados en la UCR

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La noticia publicada por La Nación el pasado 7 de noviembre acerca de la apertura de una nueva carrera para formar profesores de Matemática en la Universidad de Costa Rica (UCR) debe ser motivo de alegría para todos los interesados en mejorar la calidad de la educación.

Con valentía y constancia, los académicos de la Escuela de Matemática se enfrentaron a los intereses creados en la UCR y lograron llevar adelante un proyecto que permite formar educadores con independencia de la Escuela de Formación Docente.

Una iniciativa similar fue aprobada años atrás (véase mi artículo “ Resolución histórica ” del 2/4/2012) por la entonces vicerrectora de Docencia de la UCR, Libia Herrero, pero fue suspendida rápidamente por la Rectoría de la UCR, con base en un pronunciamiento de la eternamente infalible Oficina Jurídica.

Conflicto. El origen del conflicto se remonta a las décadas de 1950 y 1960: en ese entonces, después de que el Poder Ejecutivo decidió abrir nuevamente las escuelas normales para formar maestros, el número de estudiantes de la Facultad de Educación de la UCR empezó a decrecer rápidamente. Para enfrentar esta crisis, dicha Facultad, después de navegar exitosamente por las procelosas aguas de la política universitaria, logró asumir la formación de los profesores de segunda enseñanza.

Tal cambio dio como resultado final que, en la formación de los docentes de segunda enseñanza, la preparación pedagógica fuera priorizada en detrimento de los contenidos propiamente académicos, relacionados con las disciplinas específicas (Matemática, Ciencias, Estudios Sociales y Español, entre otras) en que se especializaban los futuros profesores de colegio.

El problema se agravó con la apertura de las licenciaturas en la enseñanza de esas disciplinas, ya que en los planes de estudio correspondientes lo pedagógico se impuso nuevamente sobre lo académico.

Esperanza. A medida que las universidades privadas empezaron a incursionar en la formación de docentes para la segunda enseñanza (actualmente titulan 7 de cada 10 educadores que se gradúan al año en el país), la situación se agravó todavía más.

En efecto, en los programas de estudio correspondientes la formación pedagógica amplió todavía más sus espacios. Por tanto, no sorprende que los graduados de tales universidades tiendan a fracasar –como lo señaló La Nación – en las evaluaciones realizadas por el MEP.

Más que una nueva carrera, el cambio que se ha dado en la UCR consiste en un nuevo paradigma para formar profesores de segunda enseñanza, que permitiría, por vez primera en más de medio siglo, mejorar de manera significativa la formación de los docentes que laboran en ese nivel educativo.

Sería oportuno que, a corto plazo, las unidades académicas de la Universidad de Costa Rica dedicadas a la formación de profesores de Ciencias, Español y Estudios Sociales (entre otras) sigan los pasos de la Escuela de Matemática y sumen sus fuerzas a esta iniciativa, que permitiría incorporar al sistema educativo docentes con el potencial para mejorar cualitativamente la calidad de la enseñanza.

El autor es historiador.