La reciente denuncia que realizó una paciente debido a las graves consecuencias que le dejó un procedimiento supuestamente estético, sacó a la luz pública un viejo problema que por años ha sido advertido por los cirujanos plásticos.
Este caso, aunque muy lamentable, no es único pues existen miles de pacientes mutiladas por quienes los cirujanos plásticos hemos levantado la voz y a las cuales hemos llevado alivio con procedimientos reconstructivos.
Algunos de los autoproclamados médicos o cirujanos estéticos han terciado en el caso confundiendo a la opinión pública.
Cualquiera puede inscribir una sociedad en el registro público y con cualquier nombre; cualquiera puede invocar un título no reconocido, pero ser considerado especialista en nuestro país es, desde luego, otra cosa.
Todo médico cirujano (médico general) puede competir por una residencia médica universitaria dentro o fuera de nuestro país. Después de varias pruebas de selección, los más aptos, los de mejor rendimiento o los mas esforzados, son escogidos.
Una residencia es un arduo trabajo, un largo camino, prueba superada, la llegada a Ítaca ( La Odisea ). Durante varios años el residente es sometido a evaluaciones, presiones y supervisión diaria en jornadas de hasta 32 horas ininterrumpidas.
De tal manera que, para ser considerado especialista en cirugía plástica reconstructiva y estética, trascurren como mínimo 14 años de educación universitaria.
No es con cursos o seminarios en el extranjero como se aprende el arte de la cirugía; ni los libros ni las pantallas sangran.
De igual manera, los especialistas también realizan cursos, pero estos ya tienen una sólida formación práctica, es decir, conocen los procedimientos, sus complicaciones y su remedio.
Aunque las cosas eran diferentes hace algunos años y se podía acceder a una especialidad con la práctica y auto enseñanza, hoy las cosas no son así, no hay espacio para el empirismo, y, por lo tanto, el médico debe estar dispuesto a sangrar con su paciente; es decir, consciente de sus limitaciones (cod. Moral. Med.), debe acompañarlo en forma responsable y fiel hasta el final.
Por lo tanto, no es válido argumentar que mi “especialidad” es reconocida en otro país o que se utilizó un procedimiento o insumo que no es prohibido en otras latitudes (cód. moral med.). Lo cierto es que únicamente el Colegio de Médicos y el Ministerio de Salud están en capacidad para decir qué es legal.
La cirugía plástica reconstructiva y estética es precisamente una noble y milenaria especialidad, presente desde la antiguedad, vital en las guerras pasadas y en la historia moderna, la cual no distingue y no divide lo que es estético de la malformación, sea congénita o adquirida.
Por lo tanto, nunca ha habido inopia en la estética. Si un médico quiere tomar el bisturí, pues que pague el precio; esto es moral por el bien del paciente.