Fue en 1914 cuando el presidente Alfredo González Flores, uno de los más visionarios que ha tenido este país, firmó el decreto que creaba la Escuela Normal de Costa Rica, ubicándola en Heredia, su ciudad natal.
Esto le dio prestigio a Heredia en todo el país, pues, para lograr un título de maestro, los muchachos de lugares lejanos tenían que irse a vivir en Heredia durante el curso lectivo.
Casi todos los grandes educadores que tenía Costa Rica fungieron como directores de la nueva Escuela Normal: el primero de ellos fue Arturo Torres Martínez. Luego, le siguieron Roberto Brenes Mesén, Joaquín García Monge, Carlos Gagini, Carlos Luis Sáenz, Omar Dengo, Hernán Zamora Elizondo, José Fabio Garnier y Marco Tulio Salazar, quien era el director cuando este escribiente hizo el bachillerato en esa escuela.
De muy grata memoria resulta don Marco Tulio para aquellas generaciones que estudiaban bajo su dirección. Se trataba de un hombre de una exquisita preparación académica y con un gran sentido del humor: siempre tenía a mano alguna frase ingeniosa para referirse a los más serios problemas.
También son de esa época profesores tan distinguidos como Lalo Gámez, quien atendía las clases de Cosmografía y, más adelante, se distinguió como miembro de la Junta Fundadora de la Segunda República, ocupando el cargo de ministro de Educación.
Otra personalidad fue Victoria Garrón, quien estaba encargada de las clases de Castellano y, años después, ocupó el cargo de vicepresidenta de la República en la primera administración de Óscar Arias.
Asimismo, fueron parte importante del personal docente de aquella época Juan Félix Martínez y Betty Sequeira, profesores de Matemáticas; Eliseo Brenes y Carlos Corrales, profesores de Física; Guillermo Azofeifa, profesor de Química; Eduardo Trejos y Fernando Vargas, profesores de Historia; Willie Soto y Carlos Madrigal, profesores de Inglés; Miguel Palomares y Raúl Zamora, profesores de Francés; Belarmino Soto y Purita Villalón, profesores de Música; Alfredo Vargas, profesor de Cívica; Guillermo Vargas, profesor de Agricultura; Georgina Ibarra, profesora de Psicología, y perdonen si se me ha olvidado alguno.
Desde la altura de mis ochenta y siete años, un sincero agradecimiento para todos ellos.