Llevar el ICE a bolsa

El Estado, al colocar acciones del ICE en la bolsa, retendría el control mayoritario para tranquilidad del pueblo porque la institución no se está privatizando.

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Una de las soluciones para el déficit fiscal es que el Instituto Costarricense de Electricidad (ICE) coloque acciones en la Bolsa Nacional de Valores.

Lo anterior traería una serie de beneficios no solo para el Estado y la Bolsa Nacional de Valores, sino para el mismo ICE y sus empleados.

El Estado, al vender acciones del ICE en la bolsa, retendría el control mayoritario para tranquilidad del pueblo porque la institución no se está privatizando.

El ICE, por su parte, podría aprovechar la salida a bolsa como una oportunidad de capitalización. Parte de los recursos recaudados en la oferta pública de valores se utilizarían para nuevos proyectos de energía limpia: hidroeléctrica, solar, eólica y geotérmica, así como en las tan necesarias inversiones en telecomunicaciones.

La salida a bolsa obligaría al ICE a la transparencia porque tendría que adherirse a políticas de gobierno corporativo establecidas por la Bolsa Nacional de Valores; además, se exigiría mayor rendición de cuentas y resultados. Es decir, el ICE se volvería transparente y más eficiente.

Los empleados del ICE verían posiciones contrarias. Por un lado, el sindicato perdería fuerza; por otro, como es común en empresas en la bolsa, los empleados podrían contar con compensación variable. Por ejemplo, al final del año, dependiendo de su rendimiento y el alcance de metas, recibirían un bono con acciones de la empresa, o bien con opciones de compra de las acciones.

Los empleados perderían representación del sindicato, pero ganarían por dos frentes: mayores ingresos variables y representación directa como accionistas. Con esto se lograría hacer al ICE más eficiente, con empleados enfocados en la rentabilidad y motivados por la compensación.

Otro beneficio significativo de esta acción sería una bolsa de valores más dinámica, más atractiva y revitalizada. Adicionalmente, abriría posibilidades para que otras grandes empresas recurran a este tipo de financiamiento.

El asunto es clave dado que en los últimos años la Bolsa Nacional de Valores ha visto sus volúmenes decrecer y empresas salir tanto del mercado accionario como en renta fija, concentrando sus operaciones en bonos públicos, que mediante Tesoro Directo también ha visto disminuida su actuación.

El ICE ya transa bonos en la bolsa, es decir, muchas de las políticas necesarias para una emisión ya las cumple. Por lo que la idea no es descabellada.

Llevar el ICE a la bolsa no es una situación ganar-ganar, es un escenario ganar-ganar-ganar-ganar. Gana la institución, el Gobierno, los empleados del ICE y la Bolsa Nacional de Valores. Adicionalmente, habría ventajas para el consumidor como resultado de mejores políticas, transparencia y nuevas inversiones no solo en energía, sino también en telecomunicaciones. Sin mencionar los beneficios de una atractiva opción que se presentaría para inversionistas tanto locales como extranjeros, individuales e institucionales.

Existen detalles legales y financieros por tratar, así como la probabilidad de aprobación de las diferentes partes involucradas, pero sin duda es una opción que vale la pena discutir.

El autor es economista.