El pasado 4 de febrero voté por Rodolfo Piza para presidente, convencido de que él y Edna Camacho tenían el liderazgo y la agenda para sacar este país adelante y ponerlo en la senda del desarrollo inclusivo que anhelo. Creo firmemente en la libertad como base fundamental de toda sociedad. Libertad de expresión; libertad de crear, producir e innovar; libertad de ser y sentirse parte sin distinción de raza, culto, género u orientación sexual. Pero también creo que esa libertad debe tener propósito. Libertad generadora de bienestar. Libertad promotora de una educación de calidad para todos. Libertad promotora de infraestructura de primer mundo, seguridad y salud para toda la población. La libertad debe estar, en mi opinión, al servicio del bien común.
Creo en la interdependencia de todos los actores de la sociedad y, por eso, debemos promover un Estado ágil y eficiente y que, sobre todas las cosas, asegure el respeto de los derechos humanos y el Estado de derecho. El 4 de febrero tuvimos las elecciones presidenciales más fragmentadas de la historia. Rodolfo Piza no fue elegido. Carlos Alvarado y Fabricio Alvarado ganaron en la primera vuelta con un caudal combinado de apenas el 45 % (el más bajo de la historia). Un mes antes, ambos candidatos alcanzaban apenas un 6 % en las encuestas. En mi opinión, el modelo presidencialista está agotado. La gran fragmentación de poder y de partidos políticos hace de las elecciones una ruleta rusa y al modelo totalmente ingobernable. Creo que debemos movernos a un modelo parlamentarista.
No por casualidad 29 de las 30 sociedades más exitosas del mundo tienen algún tipo de régimen parlamentario. Solo los Estados Unidos, de esa excelsa lista, tiene un régimen presidencial.
Para esto, hay mucho trabajo por hacer, pero debemos empezar a dialogar sobre el tema. El proyecto de Abril Gordienko y Poder Ciudadano ¡Ya! son un buen comienzo en esa dirección. Si bien solo se centra en cómo elegir a nuestros diputados, es base fundamental para cualquier modelo parlamentarista que quisiéramos promover.
Los dos candidatos. En el último mes, he conversado con ambos candidatos, con amigos del sector empresarial, con expresidentes de la República, con activistas y con gente que respeto y admiro mucho. A tres semanas de las elecciones, cualquiera puede ganar, por lo que aplaudo que diferentes sectores estén buscando complementar las posiciones de Fabricio y Carlos para encontrar una fórmula que satisfaga a la mayoría y que busque el centro costarricense.
Me entristece, al mismo tiempo, ver el nivel de intolerancia y polarización al que hemos llegado como sociedad. Creo que Fabricio es un hombre inteligente, bien intencionado y ha demostrado que puede atraer a gente muy preparada y de diversos partidos para que lo apoyen. Además, tiene ideas en lo económico que coinciden con las mías. Creo que si logra ganar y conforma un gabinete con las personas que ha atraído, tendrá la posibilidad de hacer un buen gobierno. Tiene la tarea titánica de asegurarse que gobernará para todos los costarricenses.
Su gran reto es aprender a gobernar y coordinar un equipo tan diverso.
Con Fabricio, hay personas que quiero y admiro muchísimo y estoy seguro de que serán guardianes del ideal que buscamos, pero en mi caso hay diferencias irreconciliables por las que he decidido no votar por él. Llevamos más de 150 años tratando de separar la Iglesia y el Estado. La historia mundial nos ha enseñado que la teocracia no es un régimen sano. Además, en este caso, la Iglesia que Fabricio representa tiene creencias discriminatorias para una minoría y una visión que no comparto sobre el papel de la mujer en la sociedad. Carlos es inteligente, centrado y preparado. Me tocó trabajar con él cuando fungía como presidente del IMAS y como ministro de Trabajo. Admiro su capacidad de diálogo y negociación. Sin embargo, el partido que representa tiene ideas en el ámbito económico que distan mucho de las mías.
En estos cuatro años de gobierno no han podido reversar (venía de antes) el grave problema de las finanzas públicas, su manejo en comercio exterior ha tenido altos y bajos, su visión de concesión de obra pública debe evolucionar y, a pesar de ser un partido fundado sobre la base de la ética, la lucha anticorrupción y la eficiencia del Estado (banderas de su fundador), estuvo envuelto en gravísimos escándalos de corrupción y fueron poco eficaces en lograr la eficiencia del Estado. Les reconozco algunos logros en infraestructura, en el ámbito de lo social y en alianzas público-privadas exitosas.
Cambios necesarios. Si bien es cierto que los sindicatos nacieron para proteger a los trabajadores, y están reconocidos por nuestra Constitución, en ningún caso pueden pretender que sus privilegios estén por encima del interés nacional. Quisiera ver un movimiento sindical que pueda dialogar y entender que lo primero es el desarrollo y el bien común. Carlos tiene una ardua tarea para convencerlos.
En energía y combustibles, se debe trabajar para tener los costos más bajos posibles sin sacrificar nuestro compromiso con el medioambiente. De lo contrario, toda la población resulta afectada, pues estos dos factores son los grandes disparadores del costo de vida.
La población sufre y las empresas dejan de ser competitivas. El ICE y la Aresep deben abocarse para alcanzar este propósito y Carlos tendrá que enfrentar estos retos. Carlos deberá, además, comprometerse con los principios éticos de su partido y separar a toda persona que no se apegue a ellos.
Coalición. Rodolfo Piza se propuso con gran madurez acercarse a ambos partidos para consensuar una coalición de gobierno a la europea. Propuso una agenda de 10 ejes temáticos y más de 85 puntos específicos. Todos ellos tendientes a promover los ideales que comparto.
Parte fundamental del acuerdo incluía la conformación de un gabinete conjunto que garantizara la ejecución de la agenda pactada. Ya es sabido por todos que dicho acuerdo lo alcanzó con Carlos Alvarado y nos han compartido la agenda propuesta. Una agenda que respeta los principios de libertad, eficiencia fiscal, respeto a la vida, respeto a los derechos humanos y que busca llevar al centro este gobierno de coalición.
El acuerdo de gabinete conjunto implica nombrar en puestos clave gente de Rodolfo y Edna. Esto incluye ministerios, viceministerios e instituciones autónomas. Esto no se trata en ningún momento de pedir chamba, como maliciosamente se ha insinuado, sino, como dije anteriormente, de asegurarse un verdadero gobierno de coalición para que lo plasmado en la agenda tenga una clara posibilidad de ejecución.
LEA MÁS: ¿Y el futuro político del país?
Debe considerarse, además, la posibilidad de atraer gente buena y capaz de todo el espectro político y social para asegurar un verdadero gobierno de unidad nacional. Nunca antes se ha visto una negociación de este tipo. Felicito a Rodolfo y a su equipo por su visión, valentía y amor por Costa Rica.
Ahora le toca a Rodolfo proponer un equipo preparado y comprometido con sus ideales para conformar lo que le toca de dicha coalición. Cuente con mi ayuda para atraer a las personas idóneas. A Carlos le toca convencer a su partido de que esta agenda será el norte de su gobierno. Este gobierno de coalición y esta agenda cuentan con mi apoyo. Y pueden estar seguros de que, por el compromiso y amor que tengo por mi país, gane quien gane el primero de abril, seguiré contribuyendo a construir la Costa Rica que soñamos.
El autor es presidente del Grupo Mesoamérica.