En el imaginario de muchos costarricenses existe la idea de que los políticos son una rara especie de seres que han sido iluminados con el monopolio de la sabiduría para conducir el destino de todo un pueblo. Bajo esta falsa premisa, un nuevo mesías vendrá cada 4 años, tomará el timón de un barco sin rumbo y de un golpe encontrará la senda perdida hacia el desarrollo. Tras cada elección y nuevo mandato, se dispara la frustración al caer en la triste realidad de que el nuevo Mesías y su equipo no encontraron el camino correcto para conducir el país...
La Nación reportó el 1.° de febrero: “La mayoría de los ciudadanos todavía tiene la percepción de que el país carece de rumbo. Es el criterio que expresaron 9 de cada 10 personas ante la pregunta: En general, ¿diría usted que las cosas, en el país, van en la dirección correcta o van en la dirección equivocada?”.
Ciudadanía apática. La falsa idea del mesianismo político no ha sido responsabilidad entera de los políticos; desde hace mucho tiempo los ciudadanos olvidamos nuestro rol en la construcción y en la definición del destino del país. A través de leyes e instituciones, delegamos en burócratas y políticos la labor que en otros países es desplegada por toda la sociedad.
Hasta la década de 1970, la responsabilidad en parte podía ser delegada, al Estado llegaban muchas de las personas más preparadas y con vocación de servicio al país. Sin embargo, los partidos se transformaron en maquinarias electorales con la única agenda de llegar al poder y y perpetuarse en él. Ante la ausencia de una visión colectiva común, las agendas políticas han tratado de llenar el vacío, pero no han sido capaces de proponer una visión colectiva, viciadas por la politiquería y el sesgo partidario.
¿Cuáles son los grandes acuerdos que nuestra sociedad comparte? ¿Cuál es el sueño común por el cual nuestro país se mueve día a día? ¿Refleja nuestro contrato social un consenso sobre lo que somos y aspiramos a nivel colectivo?
Cuando Andrés Oppenheimer le consultó en el 2003 a la cancillera chilena Soledad Alvear cuál era el secreto de Chile, Alvear respondió: “Si tuviera que citar un motivo por encima de los demás, escogería la decisión de la sociedad chilena de elegir un rumbo y mantenerlo. No se pueden reinventar en cada Gobierno los objetivos estratégicos del país. Nosotros hemos establecido objetivos estratégicos claves para el país sostenidos en el tiempo. Hay un consenso en la sociedad respecto de la necesidad de tener políticas económicas serias, responsabilidad fiscal y no se ponen en duda las bondades de una política de apertura económica”.
Concertación nacional. Un grupo de ciudadanos liderado por el Dr. Roberto Artavia Loría propone desarrollar un proceso de concertación nacional a corto plazo, que derive en un acuerdo-país sobre los grandes objetivos y lineamientos, que lleven a Costa Rica desde su situación actual al país que aspiramos en el 2021. En una segunda etapa de ese proceso, se definirían los cambios estructurales que permitirían alcanzar la visión país propuesta.
El gran reto de un proceso de este tipo será alcanzar la suficiente representatividad y peso, de manera que los políticos deban dejar de lado la agenda partidaria y pongan al frente por primera vez una agenda país.
Si generamos y apoyamos este proceso de concertación nacional, tendremos la oportunidad de definir y construir colectivamente la senda hacia el país que soñamos.