“Estamos cumpliendo 50 años de casados y haciendo el viaje de nuestros sueños. Nuestros hijos nos lo regalaron. Primero llegamos a Italia, pues queríamos ir al Vaticano, después vamos para Tierra Santa. La verdad, aún no nos lo creemos, es la primera vez que me monto en un avión… Estamos viviendo lo que pensábamos que solo podríamos ver por televisión. Ayer, cuando el papa Francisco recorría la plaza de san Pedro, durante la audiencia, nos pellizcábamos para ver si era cierto; y ahora casi lloramos de saber que mañana llegaremos a Jerusalén”. Así me explicaba una emocionada costarricense el recorrido de su peregrinación, que para ella y su esposo se trataba del viaje de sus vidas.
Relatos similares al de esta pareja los escuché una y otra vez mientras tuve la bendición de representar a Costa Rica como embajador ante la Santa Sede. Fue en ese tiempo cuando descubrí cuales eran los santuarios preferidos de los ticos. Desde luego que el más importante es la basílica de la Virgen de los Ángeles en Cartago. Aproximadamente 2 millones de costarricenses (de los casi 5 millones de personas que viven en nuestro país) visitan este santuario cada 2 de agosto. Pienso que en cada familia de Costa Rica existe al menos una persona que participa en la romería para poner sus intenciones, necesidades y anhelos a los pies de La Negrita. No conozco otro templo de veneración en el mundo que sea visitado por alrededor del 40% de la población de un país, en una fiesta religiosa particular.
Fue precisamente al meditar sobre esta realidad, y luego de caer en cuenta de que los costarricenses, además de Cartago, visitan o añoran visitar también el Vaticano y Tierra Santa, que nació la idea de llevar a la Virgen de los Ángeles a estos lugares.
Buscaba que todos los que hicieran el esfuerzo de viajar fueran recibidos “por una cara conocida”, quería que La Negrita se convirtiera en nuestra “primera peregrina” fuera de Costa Rica.
Experiencia personal. Seguramente esto lo motivó el recuerdo de la primera vez que fui de romería a ver a la Virgen. Nunca olvidaré esta experiencia. Aunque siempre me ha gustado el deporte, salir desde Heredia no parecía prudente. Así que, junto con mi hermano y amigos muy cercanos, salimos del parque de San Pedro.
Durante la caminata, recordé varias veces a mi abuelo, don Julio, que solía decir que “en camino largo hasta la ‘jeta’ pesa”. Y no fue para menos, aunque eran unos pocos kilómetros, yo cargaba una botella de vidrio de dos litros llena de agua que mamá, sigilosamente, acomodó en mi bulto; era para aliviar la sed, pero funcionó mejor como penitencia. Sin embargo, el cansancio y el dolor de espalda por la botella de mamá se disiparon cuando llegamos a la basílica de Cartago.
Recuerdo ver a la Madre Celeste y, luego de recorrer de rodillas el trayecto desde la entrada hasta el altar mayor, decirle desde el corazón “aquí estoy te vine a ver, te amo, y quiero agradecerte todo lo que has hecho por mí y por mi familia este año, y pedirte que no dejes de socorrernos en el año que viene”. Yo le hablaba y estaba seguro de que Ella me escuchaba. La sensación inigualable de ser acogido y escuchado es lo que quería que sintieran los ticos que pudieran visitar el Vaticano y Tierra Santa.
Entronización. Así las cosas, el proyecto comenzó en el Vaticano. Luego de la anuencia del Santo Padre, de múltiples gestiones y de la total colaboración de nuestra Conferencia Episcopal y de la expresidenta Chinchilla, nuestra Negrita de los Ángeles, patrona de Costa Rica por decreto III de la Asamblea Constituyente del 23 de setiembre de 1824, fue entronizada en la parroquia pontificia de Santa Ana (la parroquia del Papa, que además tiene acceso directo para los peregrinos desde fuera de sus murallas vaticanas), a las 9 a. m. el 26 de abril del 2014, un día antes de la canonización de Juan XXIII y Juan Pablo II, este último por un milagro obrado por intercesión suya a una costarricense.
Después de este acontecimiento, el Vaticano decretó que cada 26 de abril se celebre en este templo la fiesta de la Virgen de los Ángeles.
Debo decir con satisfacción que constantemente recibo fotos de costarricenses que visitan la imagen de La Negrita en el Vaticano. Es difícil prevenir que alguna lágrima asome al verla. Esto lo digo por todos los relatos que me han llegado y, sobre todo, por experiencia propia.
Lo positivo de esta vivencia nos ha llevado a poner los ojos en Tierra Santa. De nuevo, después de varios meses de gestiones y gracias a la colaboración de nuestra embajada ante el Estado de Israel, de monseñor José Francisco Ulloa (obispo de Cartago), de doña Sylvia Laks (artista que trabaja en la obra) y de muchas personas que desinteresadamente han ayudado a sacar este proyecto adelante, ya se cuenta con todos los permisos e incluso con un espacio ideal para colocar a Nuestra Señora de los Ángeles en la basílica de la Anunciación, en Nazareth.
En los muros del templo, uno de los principales sitios marianos del mundo y testigo silente del “sí” de María, se ubican mosaicos de distintas advocaciones de la Virgen, muchas de ellas patronas de varios países. No obstante, el mosaico de la de Costa Rica, la Virgen de los Ángeles, no está.
Mosaico a Nazareth. Si la Providencia lo permite, este no será más el caso en enero y febrero del 2016. Para estos meses se está organizando una peregrinación que lleve el mosaico de La Negrita a Nazareth.
La idea es comenzar el recorrido en la basílica de los Ángeles, en Cartago, luego, en el marco de una misa solemne, colocarlo en la basílica de la Anunciación en Nazareth y, finalmente, pasar por el Vaticano, visitar la imagen y celebrar una eucaristía en acción de gracias en la parroquia pontificia de Santa Ana. Con ello se lograría que la Virgen de los Ángeles esté en los sitios de peregrinación preferidos por los costarricenses y completar así, por primera vez, un itinerario espiritual que permita a los ticos encontrar a su patrona en los tres santuarios que más mueven su fe.
Confío en que muchos costarricenses asistan a la histórica primera peregrinación, que completaría un “triángulo de amor y fe” en el que Cartago, el Vaticano y Nazareth quedarán unidos por siempre en virtud de la presencia de nuestra Madre Celeste, la Virgen de los Ángeles, patrona de Costa Rica.
Me emociono cada vez que la veo en Cartago, me emocioné tanto al verla en el Vaticano, y seguramente me emocionaré también cuando la vea en Nazareth. Cuando uno llega y Ella ya está ahí, es como entrar en la casa, pues todo lo demás parece familiar. Como en aquella primera vez en Cartago, yo sigo hablando con la Virgen y pidiéndole que, en virtud de su infalible intercesión, nos permita concluir exitosamente este proyecto. Estoy seguro de que será así, pues a Ella el Padre Eterno no puede decirle que no.
Fernando F. Sánchez C. es politólogo.