Las alianzas público-privadas (APP), conocidas en inglés como PPP, o Public-Private Partnerships, se iniciaron en la década del noventa por motivos financieros. Conforme los gobiernos se acercaban a sus límites de deuda, se idearon mecanismos financieros para la ejecución de proyectos (project financing). Varios países de Latinoamérica utilizaron esquemas diferentes, con diferentes niveles de intensidad y éxito, para financiar infraestructura. En años más recientes se han ejecutado muchas iniciativas bajo el término de APP, que van más allá de la construcción de infraestructura.
Las APP pueden reducir la distancia que existe entre las prácticas de gestión de la empresa privada y el sector público. En Britt operamos en 10 países de la región, y en todos estos países trabajamos de primera mano con instituciones de Gobierno. Esta distancia entre la gestión privada y la gestión pública, en cuanto a prácticas, uso de tecnología y manejo de gente, es una fuente de desventaja competitiva. Además, el hecho de que el gobierno use prácticas de gestión que fueron superadas en la empresa privada hace décadas es una fuente de inequidad.
En Costa Rica, en particular, esta brecha de eficiencia gerencial entre lo privado y lo público es la mayor que he conocido. Nuestros ministerios no son lugares donde uno iría a estudiar mejores prácticas de nada relacionado con la gestión.
Un área en la que las empresas hemos avanzado mucho en las últimas dos décadas es en cómo organizar, medir, motivar, y manejar gente para alcanzar metas. Las empresas nos hemos vuelto expertas en el juego de desarrollar y alcanzar estrategias. El Gobierno podría aprender algo de nuestra experiencia. Nuestro Gobierno se maneja con tecnología y prácticas de gestión del siglo pasado y le cuesta cada vez más alcanzar las metas de la sociedad.
Innovación. En algunas áreas Costa Rica sí ha logrado establecer APP exitosamente, por ejemplo en el tema de sostenibilidad. El Certificado de Sostenibilidad Ambiental es un buen ejemplo, y la iniciativa de Carbono Neutralidad es otro.
También en Britt tuvimos una experiencia muy positiva de APP. Hace cinco años creamos el Programa de Mejora Artesanal, en conjunto con el Tecnológico de Costa Rica (TEC) y el MEIC. El TEC aporta estudiantes que trabajan en conjunto con artesanos por seis meses y les apoyan para producir innovaciones en sus líneas de productos. Tras cinco años, después de que la experiencia demostró ser exitosa para los artesanos del país, el Gobierno tomó el programa, lo financió a través de la Banca para el Desarrollo y lo transformó en un programa con alcance en todas las regiones del país. El país ganaría mucho si el Gobierno promoviese este tipo de experimentación, dejando que la empresa privada corra con los riesgos en las etapas iniciales y genere conocimiento, para asignar recursos a cosas que sí funcionan. Las áreas de acción son ilimitadas.
El sector público ganaría mucho si logra pasar de las reglas y las regulaciones a funcionar por principios bajo la guía de la ética. Nuestro sistema legal pide a los servidores públicos que hagan sólo aquello que les es permitido por ley. En el ámbito privado, en cambio, uno puede hacer todo lo que no es explícitamente prohibido por la ley. Necesitamos promover una nueva clase de servidor público que actúe basado en principios y en iniciativa propia. Un servidor que esté dispuesto a hacer todo lo que sea necesario, guiado por la ética, para lograr su meta.
El sector privado, por su parte, debe guiarse por el principio de que al que mucho se le da, mucho se le pedirá. Con recursos avanzados, y actividades en distintos países, las empresas se han ganado nuevas responsabilidades. La comunidad, el Gobierno, y nuestros clientes esperan más de las empresas que nunca antes.
Nuestro país ganaría mucho si promoviese el diálogo entre agentes públicos y privados, diálogos múltiples en diversos escenarios, con transparencia y sin filtros burocráticos. La empresa privada de Costa Rica destaca como líder de innovación en Latinoamérica, y el sector público no debería darse el lujo de desperdiciar un recurso tan valioso.