La universidad y la hélice del desarrollo

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Todos los días, a las 6:30 a.m, cuando muchos apenas salimos hacia el trabajo, doña María ya va de regreso, halando su inmenso carretón de tablas viejas con llantas de bicicleta, cinco veces más pesado que ella, cargado de papel para reciclar. Ella es testimonio vivo del compromiso que representa ser parte de la afortunadísima minoría que pasó por un aula universitaria.








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