Unops, la agencia de Naciones Unidas contratada por el Gobierno para hacer obra pública, fue elegida porque, supuestamente, ofrecía transparencia y rapidez.
Al menos, eso justificó el presidente, Luis Guillermo Solís: “Yo prefiero pagar una obra un poco más cara garantizando transparencia, eficiencia, calidad, etcétera, que una obra muy barata que no tenga esas características”.
Pero la Oficina de las Naciones Unidas de Servicios para Proyectos (Unops), ni lo uno ni lo otro: ni transparencia ni celeridad. En tres años de contrato, no ha hecho una sola obra importante para deshacer el caos vial. Más bien, sus ínfulas de organismo internacional crean dudas porque, hasta a la Contraloría General de la República, le ha negado información vital —como es un contrato— para que pueda verificar el buen uso del dinero público.
Esa resistencia de Unops a ser transparente con una entidad fiscalizadora, como la Contraloría, es un agravio a la institucionalidad del país.
La tozudez de este organismo de creer que el dinero público es de uso “confidencial” retrasa proyectos como la construcción del nuevo puente del Saprissa, o el viaducto en la rotonda de Garantías Sociales, porque, entre más meses pasen, más caros saldrán estos pasos que aliviarían el congestionamiento.
Otro lastre: un gobierno que se jacta de ser el adalid de la eliminación de duopolios y oligopolios está concentrando obras en Unops, con contratos por $134 millones. Si diera resultados, bien, se le disculpa, pero nada, esa tendiente monopolización de proyectos ha sido un fiasco.
O Unops respeta los procedimientos de la Contraloría, para que se fiscalice bien cuánto cobra, cuánto paga, a quién contrata y cómo contrata, o mejor se le invita a irse porque la pomada canaria que nos vendió como remedio a todos los males del proceso de contratación pública, y de construcción, nos saldrá más cara… y sin transparencia.
Si la idea de contratar a este organismo era evitar “sobreprecios extraños” en carreteras y puentes, como lo dijo el presidente Solís, lo correcto es que los números de Unops estén a la vista.
Y, si no les gusta, bien pueden irse y no atrasar más. Ni desacreditarse más.
Armando Mayorga es jefe de redacción en La Nación.