Recientemente se ha estado discutiendo acerca de la especialización médica en Costa Rica, esto a raíz de una serie de reportajes que cuestionan la formación de médicos especialistas a cargo de la Universidad de Costa Rica (UCR) en convenio con el Cendeiss-CCSS. Voy a compartir un comentario al respecto con ustedes.
El programa de especialidades médicas es muy complejo y no se puede comparar con otros posgrados que se imparten en diferentes universidades de este país sean en el área médica o no. La especialización implica un proceso teórico-práctico donde el médico en su formación como especialista va adquiriendo destrezas bajo la modalidad aprender-haciendo propias de su área de estudio; además, debe ir avanzando en un programa teórico en el cual semestralmente se le evalúa para poder cumplir con el requisito académico impuesto por la casa de enseñanza, en este caso la UCR.
Por esa razón existe una dualidad en la que el médico es un obrero de la CCSS y a la vez un estudiante de posgrado de la UCR. Este proceso es complejo y tarda más que cualquier posgrado impartido en cualquier universidad de este país.
La Universidad junto con la institución han hecho esfuerzos importantes para solventar la demanda de muchas especialidades y así cubrir las necesidades que existen en el país. Este gran problema de escasez de especialistas que se hizo evidente hace unos años, que puso en la punta del iceberg a la Anestesiología, ha sido mitigado en un alto porcentaje gracias a que las autoridades pertinentes detectaron el problema y supieron enfocarlo de forma adecuada.
Otro tema en mención es la desactualización en los programas académicos para especialidades médicas y donde la auditoría interna de la CCSS culpa a la UCR por esto. Debo decir que es inaceptable que la auditoría culpe a la UCR cuando ha sido la CCSS la responsable de la carencia de especialistas por una inadecuada planificación. Sin embargo, es justo mencionar que a la fecha ha habido un gran avance en el tema y la CCSS ha aumentado el número de plazas para la formación de médicos especialistas, pues al final la universidad forma el número de especialistas que la institución le solicita.
Respecto al tema, somos testigos de que los programas se han ido adecuando a las necesidades del país y se han estado actualizando, por ejemplo, se ha incrementado el número de años de formación en algunas especialidades como Pediatría, Ginecología, Cirugía Oncológica y están en proceso de actualización Anestesiología, Perina-tología y Gineoncología, todo esto con la finalidad de alcanzar estándares internacionales y brindar a la población un servicio más integral. Además, la calidad de la enseñanza se puede calificar como muy buena considerando que los especialistas en formación tienen la oportunidad de ir a hacer rotaciones clínicas en el extranjero para traer nuevos y modernos conocimientos que se pondrán al servicio de los asegurados.
Hacer críticas poco fundamentadas y culpabilizar a ambas instituciones es fácil y más aún cuando es claro que median intereses con fines lucrativos por parte de grupos académicos específicos. Pretender que la apertura de las especialidades en diferentes universidades soluciona el problema es un grave error.
La capacidad instalada de los hospitales académicos no permite aumentar sin previa planificación el número de médicos en especialización pues se comprometen la calidad de la formación y la atención a los usuarios. No podemos cambiar calidad por cantidad. Quienes aducen un monopolio por parte de la UCR deben reflexionar y pensar que no se puede ver este tema con fines comerciales; la salud de la población debe primar ante este tipo de intereses.
Por último, la población debe entender que por casi medio siglo se le ha asignado esta loable tarea a una institución benemérita y costeado por todos los costarricenses, a la cual sí podemos pedir cuentas por sus resultados, resultados que se reflejan hoy día con los índices de salud del país, fácilmente comparables con países del primer mundo. Como costarricenses, debemos ser vigilantes y exigir que el país siga siendo dotado de especialistas de calidad y no podemos permitir inundar los servicios de salud con profesionales con una deficiente formación. Dicho esto, tenemos que tener presente que es un tema que nos afecta a todos.
Franklin Dawkins Arce Médico anestesiólogo y epidemiólogo clínico. Posgrado en Farmacología, Universidad de Costa Rica.