Ministro de Educación Pública
El Cuarto Informe Estado de la Educación nos conmina a combatir las debilidades y consolidar los avances de nuestro sistema educativo.
En lo académico, se han transformado los programas de casi todas las asignaturas, no solo en su contenido, sino, sobre todo, en la forma de enseñar y de aprender. Según el informe, las reformas “apuntan a la adopción de nuevas metodologías de trabajo en el aula, revisión de las prácticas de evaluación, uso de materiales didácticos con orientaciones específicas para los docentes y promoción de un aprendizaje más activo, enfocado en la resolución de problemas, el trabajo colaborativo y la experimentación”.
Esto se aprecia en Cívica, Música, Artes Plásticas y Educación Física, que hoy son asignaturas activas y creativas; en Español, donde se introdujo la Lógica y se enseña a argumentar; en Ciencias, que ya no se enseñan de memoria desde las respuestas, sino desde las preguntas, mediante la indagación; en Matemáticas, que parten de lo concreto y se aprenden con base en la resolución de problemas; y en Vida Cotidiana, en la que se aprenden nutrición, primeros auxilios y finanzas de la vida diaria. Por otra parte, Estudios Sociales de primaria integra en forma novedosa la historia, la geografía y la cívica; la educación técnica ha actualizado sus especialidades y avanza en el enfoque por competencias; y ya tenemos Educación para la Afectividad y la Sexualidad.
Sin embargo, la calidad de la educación solo tiene sentido si es calidad para todos, si se reducen las desigualdades. “En materia de acceso –decía el informe previo–, el sistema educativo costarricense es cada vez más inclusivo y atiende en forma mayoritaria a la población de bajos y medianos ingresos”. Hoy es aún más claro: la tasa neta de escolaridad en secundaria pasó de 60% a 75% en esta década, y la tasa bruta en diversificada aumentó de 67% en el 2006 a 93% en el 2013. Pero lo más importante es que esta mayor cobertura refleja una reducción en las brechas educativas. Entre el 2003 y el 2012, la escolaridad rural en la población de 13 a 17 años creció más que la urbana, reduciendo la brecha urbano-rural de 30% a 10%.
La brecha entre la escolaridad de los más ricos y los más pobres también cayó de 44% a 20%, y la brecha entre las familias con el clima educativo más alto y el más bajo se redujo de 68% a 29%. El reto de una educación de calidad para todos sigue ahí, pero avanzamos.
Concluyo como la sinopsis del informe: “Las reformas requieren tiempo para cuajar y, si bien muchos de sus resultados aún están por verse, es importante no desandar el camino andado, evaluarlas con ánimo constructivo y aunar esfuerzos para que el sistema educativo responda, de manera más contundente, a los desafíos que enfrenta el país en su búsqueda del desarrollo humano sostenible”.