Cuando mencionamos la Cuarta Revolución Industrial, industria 4.0 o hablamos del futuro, de manera automática pensamos en tecnología y cómo puede llegar a superarnos. Se menciona a menudo el riesgo de la automatización y el posible impacto en los empleos. Pero antes de asustarnos es necesario entender qué significa esta nueva transformación y cómo representa no solo riesgos, sino también oportunidades en la especialización de servicios y hasta la creación de nuevas industrias.
El Foro Económico Mundial define la Cuarta Revolución Industrial como la convergencia de tecnologías físicas, digitales y biológicas. Esto significa que podemos disponer de las herramientas que se generaron durante la revolución digital e integrarlas a otras industrias. Algunas de estas herramientas son: procesamiento de información, conexión y acceso remoto.
Vehículos autónomos. Vemos un ejemplo muy claro de lo anterior con el creciente interés en el desarrollo de vehículos autónomos. Esto no seria posible sin acceso a información de forma remota para que los distintos sensores procesen la información que reciben y, de forma instantánea obtengamos un resultado.
Manejar un vehículo puede ser interpretado como una tarea sencilla y que requiere poco nivel de especialización; sin embargo, con esto podemos apreciar las fortalezas de la automatización, como la identificación de patrones, percepción de detalles, realización de cálculos y la memoria. Aquí la inteligencia artificial es y continuará siendo sobresaliente.
Pero como menciona Adam Grant en su libro The Originals, al igual que un prodigio puede ser excepcional en un proceso existente, esto no garantiza que pueda crear y es aquí donde las personas se vuelven indispensables en el futuro.
Los procesos de creación continuaran siendo (de momento) exclusivos para los humanos, pues son esenciales para cualquier proceso de innovación o mejora.
La demanda de profesionales especializados aumentará. En la actualidad, en Japón, 81 % de las compañías con más de 10 empleados ven como uno de los principales riesgos conseguir trabajadores altamente capacitados. Esto sucede no solo en Japón, sino que el 40 % de las empresas en Alemania y Estados Unidos ven el mismo riesgo.
Valor agregado. ¿Es esto un riesgo para Costa Rica? Muchas personas piensan que este tipo de avances durarán muchos años en alcanzarnos; sin embargo, debemos recordar que nuestro país se ha convertido en un hub de servicios, conocido a nivel internacional por tener mano de obra calificada y por ser un exportador de tecnología.
Por lo tanto, para mantener la competitividad y nuestro atractivo a nivel mundial debemos enfocarnos en el desarrollo de mano de obra calificada y especializada.
Eso sí, nuestra definición de mano de obra calificada debe ir más allá de una persona que hable inglés o pueda replicar un proceso de producción que se realizaba en otros países. Nuestros profesionales deben enfocarse en el desarrollo de productos y servicios que generen un valor agregado a los consumidores y usuarios.
Crear valor para los mercados locales e internacionales debe ser prioridad. El problema está en que la innovación se basa en reacción a la competencia, homologación de portafolios de otras geografías, precio, rentabilidad y tecnología.
Esto permite una rápida innovación, pero no siempre responde a las necesidades reales de los consumidores, lo que genera una saturación de productos y comunicación sin valor significativo para el usuario.
Personas. Para generar innovación de valor en esta nueva revolución industrial debemos ser humanos creando para humanos. Cada día, los consumidores se vuelven más educados en su elección de productos y servicios, a la vez que son menos fieles a las marcas, pues buscan los productos que se adapten mejor a sus necesidades.
Estas nuevas tendencias de los consumidores crean oportunidades no solo para que las empresas actuales fortalezcan y diversifiquen su propuesta de negocios, sino que da pie al desarrollo de nuevos emprendimientos, lo que también fortalece segmentos de productos personalizados.
Para una economía como la costarricense, esto permite el desarrollo de nuevos productos y servicios de calidad, los cuales se puedan basar en nuestra capacidad de entender y crear en función de las personas y sin limitarnos a nuestro mercado.
Pensar en el futuro es pensar en las personas y cómo podemos responder mejor a sus necesidades, mientras que las herramientas tecnológicas nos ayuden a hacer de esto un proceso que nos acerque y nos facilite entender cómo y para quién debemos crear.
El autor es diseñador de interacciones.