Con su denuncia, unos y otros salimos ganando: pacientes y médicos. Esa es Costa Rica: todos quedamos contentos; tal vez no amigos, pero tampoco enemigos.
Ya pasarán los resquemores y la Caja Costarricense de Seguro Social saldrá fortalecida; todos lo queríamos. Es una superlativa conquista, gracias a una mujer valiente y entregada a su profesión y poseedora de una valentía y de un coraje extraordinarios.
La junta directiva de la Caja no podía sancionarla. En su denuncia, perseguía servir al país y mejorar los servicios del seguro social. Clamaba por la muerte de pacientes que no fueron debidamente atendidos.
Su queja me recuerda la observación de unos doctorandos de la Universidad de Harvard, sorprendidos por no ser el superior jerarca (el visible) un graduado en gerencia. Para ellos, una institución tan grande lo necesita, a pesar de los jerarcas precedentes y de la actual, igualmente talentosa y trabajadora.
Profesional clave. Creo que el Seguro mejoraría con un graduado en gerencia o alta gerencia; no tenemos en el país una institución de mayor trascendencia humana.
El médico se formó para curar y para operar, no para dirigir una institución hasta con poder reglamentario y con hospitales en todo el territorio, cada vez más complejos y cada vez con mayor población demandante de servicios de alta calidad.
Por cierto, unos funcionarios internacionales visitaron al presidente Rodrigo Carazo y le criticaron la existencia de hospitales de primer mundo en un país pobre como Costa Rica. El mandatario les agradeció la visita, los saludó y les cerró la puerta de la oficina. Esta disposición presidencial es semejante a la de la cardióloga Bogantes, y por eso se ha ganado el agradecimiento de muchos costarricenses. O sea, conservar y enaltecer el servicio hospitalario.
Su voz nerviosa y valiente no parece animada de agravios y venganzas, sino de amor por los enfermos del corazón.
Si yo pudiera, le obsequiaría infinito número de stents para sus pacientes. De momento, apenas le obsequio un recuerdo que guardo en mi memoria como un tesoro. Lo dijo una gran persona: “Un hombre vale lo que vale su corazón”, y el suyo, doctora, vale mucho. Gracias por su magnanimidad. Su denuncia ejemplar es una inyección intravenosa salvadora.
El buen camino. El nuestro es un pueblo tímido y enemigo de llamar las cosas por su nombre, pero cuando despierta, hace respetar sus derechos. Así hizo la doctora Sofía Bogantes Ledezma: habló por unos y por otros, y el Seguro entró en razón; aceleró los cateterismos del México, del San Juan de Dios y del Calderón Guardia. Por tanto, diálogo, comprensión, compartir y orden es un buen camino.
En Alemania, Adenauer empleó un lema de gran repercusión política y humana, válido para nuestro país: “Los unos con los otros y los unos para los otros”. Ojalá las demás instituciones, públicas y privadas, agilicen y entiendan que servir bien es su destino existencial.
(*) Enrique Vargas Soto es abogado.