El sector empresarial es crucial en la lucha contra el cambio climático, como socio natural para asegurar el avance de los objetivos propuestos para evitar el aumento de la temperatura global.
Costa Rica cuenta con sólidas políticas públicas, que incluyen sus contribuciones nacionalmente determinadas (NDC), el Plan Nacional de Descarbonización, la Política Nacional de Adaptación y el Programa País Carbono Neutralidad 2.0, en los cuales queda claro el potencial de trabajo con los empresarios.
Sin embargo, es necesario consolidar capacidades vinculadas a la movilidad, el transporte, la industria, la energía, la gestión de residuos y la actividad agropecuaria, entre otros, con el objetivo de obtener rendimientos y beneficios con miras a crear condiciones más favorables para un crecimiento limpio.
No solo se requiere comprensión del fenómeno climático y los riesgos para el mundo de continuar por la ruta actual, sino también una reflexión en el actuar de cada organización, en procura de un cambio de la gestión ambientalmente sostenible a una socialmente responsable, es decir, fomentar mecanismos de distinción de acción organizacional para la eficiencia en el uso de recursos naturales como el agua o de materias primas, o la eficiencia energética. Es, en definitiva, la mejora permanente de los procesos desde la óptica de la producción sostenible.
Por ello, concertar una agenda de trabajo para cada uno de los sectores será crucial si deseamos orientar de una manera más clara el progreso entre socios para alcanzar la meta común que tenemos por delante, a saber, limitar el aumento de los gases de efecto invernadero que afectan la estabilidad climática global.
Cabe destacar que los esfuerzos en la concreción de rutas sectoriales y el involucramiento de los ecosistemas empresariales requerirá, posiblemente, una mayor gama de incentivos climáticos que, en la lógica de las capacidades, faciliten la formación adecuada de los colaboradores y empresarios, para brindarles las herramientas pertinentes para actuar, entendido esto como el proceso de planificación estratégica e inversión, que incluya la variable climática (mitigación y adaptación).
También son necesarios incentivos climáticos con vistas al desarrollo de reconocimiento y distinciones, que contribuyan al reconocimiento de las empresas por su labor, como bien lo hacemos mediante el Programa País Carbono Neutral, en el cual cerca de 200 empresas figuran y se ha logrado una reducción significativa de toneladas de CO2.
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Los incentivos climáticos para el sector empresarial son vitales para propiciar una mayor ventaja en la promoción de las acciones contra el calentamiento global, subir el volumen a la ambición y atraer más socios y aliados para enfrentar la emergencia climática.
La Alianza para la Acción Climática es consciente de ello y ha establecido como ruta de trabajo incorporar incentivos al Programa País Carbono Neutralidad 2.0, que incrementen la ambición, la participación y el impacto del sector empresarial público y privado en esta tarea planetaria.
Para potenciar este mecanismo de colaboración público-privada existen una serie de espacios de formación, discusión y cocreación de insumos para trabajar de manera articulada contra el fenómeno climático, por medio de talleres, foros y cursos sobre el desarrollo de capacidades empresarial en los primeros dos años.
Los acuerdos tangibles empresariales derivados de la COP26 son incentivo para la intensificación de oportunidades tendentes a aumentar los esquemas nacionales en pos de alcanzar la carbono neutralidad, lograr una gestión resiliente a los riesgos climáticos e innovar mediante el enfoque de competitividad y sostenibilidad.
El autor es director de proyectos ambientales de la Fundación para la Sostenibilidad y la Equidad-Aliarse.