Francisco ha confirmado su visita a Panamá. Centroamérica tiene 11 millones de jóvenes en riesgo social, carentes de educación y cercanos al abismo de la pobreza y de la violencia, según datos de la Cepal.
La Jornada en Centroamérica, convocada por el papa Francisco, cuyo centro será Panamá, reunirá a miles de jóvenes a mediados del 2019. Este encuentro, con más de dos años de preparación, permitirá llamar la atención sobre el serio reto del futuro de los jóvenes en esta región.
Tenemos la amenaza y el riesgo de una próxima generación que podría crecer con grandes debilidades y desigualdades por falta de una sólida educación escolar, que tiene sus altos y bajos en cada nación, que nace y progresa en la familia.
Se tratará de un encuentro también de optimismo, con una generación que tomará retos nuevos en sus manos, en los próximos años. Hacia ese punto hay que ayudar a guiar la visita del Sumo Pontífice, y todo lo que ello implica.
Aquí hay un urgente objetivo ético para todos que podría llegar a muchos sectores. El señaló estos días en Polonia: “Hace falta disponibilidad para acoger a los que huyen de las guerras y del hambre; solidaridad con los que están privados de sus derechos fundamentales, incluido el de profesar libremente y con seguridad la propia fe. También se deben solicitar colaboraciones y sinergias internacionales para encontrar soluciones a los conflictos y las guerras, que obligan a muchas personas a abandonar sus hogares y su patria. Se trata, pues, de hacer todo lo posible por aliviar sus sufrimientos, sin cansarse de trabajar con inteligencia y continuidad por la justicia y la paz, dando testimonio con los hechos de los valores humanos y cristianos”.
Educación. No podemos forjar una nueva generación sin escuelas bien constituidas, sin educadores que tengan los medios de apoyo para su formación humana e intelectual continua. Su dignidad, en todo sentido, es vital.
Se trata de que trabajemos en serio, de modo que cada poblado y cada ciudadano tenga la posibilidad de acudir a un sólido centro educativo público o privado.
Hemos de volver a abrir las puertas al educador escolar, apreciando sus esfuerzos, aunque sea una escuela de pocos niños con un educador en la cima de una montaña.
Los maestros del futuro y los que hoy trabajan en esta ruta deben ser considerados como los más importantes responsables agentes de cambio de la sociedad. Así lo hacen las naciones exitosas en educación como Corea, Finlandia y Singapur.
El papa Francisco se ha traído de Argentina a la Santa Sede un único proyecto, Scholas Ocurrentes, una iniciativa que usa Internet para apoyar escuelas en diferentes naciones.
Sin embargo, para mejorar el nivel de los maestros, tenemos que reunir una gran cantidad de fuerzas para elevar en toda la región, de manera continua e innovadora, más y mejor calidad en la docencia. Aquí no valen los parches. Necesitamos escuelas, colegios, centros de formación profesional y educación universitaria de primer nivel, aunque sea iniciando con una modesta escuela de pocos alumnos. A todos hay que apoyar, y a cada educador hay que respetar su independencia.
Diversos problemas. El reto joven es uno de los más importantes que podrían enfrentar los líderes de la región, desde diferentes puntos de vista. Francisco lo ha reiterado claramente en estos días en Cracovia. La violencia, el crecimiento de las cárceles, el descuartizamiento de la institución familiar son problemas que merecen soluciones positivas, que están muchas veces lejos de la técnica legal y más cerca de la formación en virtudes y valores, propios de los ciudadanos que hemos de recuperar.
La calidad de los educadores, la enseñanza de valores y virtudes a los jóvenes conforma parte de esa agenda de paz y organización. Desde una perspectiva de un simple ciudadano, esta Jornada Mundial de la Juventud en Centroamérica que apenas se inicia nos abre la puerta para lograr que nadie pierda las oportunidades educativas y apuntalar nuevas iniciativas, aunque sean modestas.
La gran estrategia social que requiere la región podría estar unida preferentemente con la elevación educativa y moral de los grupos más desposeídos. Los jóvenes son muchas veces los más afectados por las injusticias. También muchas barriadas y zonas agrícolas e indígenas requieren urgente atención.
Se trata de recuperar la esperanza y multiplicar el espíritu de servicio de muchos jóvenes que lo tienen con frecuencia, más que otros sectores de la sociedad.
Visita histórica. Esta nueva iniciativa de Francisco, de colocar a Centroamérica, y a Panamá específicamente, en su hoja de ruta y oraciones, se une también al pensamiento y acción de visitar los bordes de la sociedad, en donde se encuentran los sitios más difíciles de nuestra región. Aquí el aporte joven es de primera importancia.
La destrucción de muchos valores juveniles, el embarazo temprano, la falta de formación profesional y los innumerables hundimientos de los valores familiares merecen ser estudiados y apuntalados en este periodo anterior a su visita. Nadie sin escuela, todos por la escuela.
En algunos sitios de la región, el 20% de jóvenes no estudian ni trabajan, dice otro informe dado a conocer en El Salvador por observatorios sociales y la Cepal.
La Jornada de la Juventud debe ser observada con interés, pues estamos ante una época de recambio de la sociedad, que afectará a nuestra región, que también necesita líderes bien preparados.
Son los jóvenes de Centroamérica los que tienen la palabra para eliminar la pobreza que en un 54% afecta a nuestra población. Ellos también son los principales actores para vencer estos retos una vez bien preparados. En esto todos podríamos ser voluntarios llamados a trabajar.
El autor es diplomático.