Cuando la situación se hace insostenible, de manera inaudita, el Poder Ejecutivo pretende nuevamente aliviar la grave situación económica con más impuestos, sin tocar a los empleados públicos, sin recortar su planilla, sin eliminar sus vergonzosos privilegios, sin rebajar sustancialmente las pensiones de lujo.
El plan presentado al país hace unos días para después negociarlo con el Fondo Monetario Internacional (FMI) es una afrenta para todo el pueblo de Costa Rica, excepto para los empleados públicos.
Los nuevos impuestos se los han sacado de la manga sin ningún rubor. El pueblo y sus diputados que lo representan no deben permitir gravámenes a las transacciones bancarias ni la triplicación del impuesto a las propiedades ni el aumento del impuesto sobre la renta a las personas físicas y jurídicas ni el incremento del tributo al salario. Nuevos impuestos son inadmisibles.
Lo que debe hacer el gobierno. Desde antes de la pandemia, y ahora más que nunca, lo que debe hacer el gobierno sin dilación es permitir que el sector productivo reactive la economía, dejar a las empresas privadas sin ataduras para que puedan crear más y mejores puestos de trabajo y, con ello, reducir la pobreza y la informalidad.
No debe poner más cargas impositivas que ahoguen al sector privado y a nuestra escuálida economía. Debe atrapar a los evasores de impuestos y sancionarlos. No debe dejar nuestro país hipotecado para que sean nuestros hijos y nietos quienes tengan que pagar tantos desatinos y tanta ceguera de nuestros gobernantes.
Al mismo tiempo, lo que debe hacer el gobierno es una reducción de su planilla, la eliminación de los frondosos privilegios de los empleados públicos, la disminución de las onerosas pensiones de lujo con cargo al presupuesto, la reducción significativa de los sueldos de los jerarcas y miembros de todas las juntas directivas estatales y hacer mucho más eficiente el aparato estatal.
Cambio de mentalidad. Falta concientizar a los funcionarios acerca de que su insoslayable función es servir a los ciudadanos y no servirse de ellos.
Al gobierno le corresponde actuar como lo han hecho el sector productivo y la empresa privada, zocarse la faja y parar su fiesta.
Es inadmisible que miles y miles de empleados gubernamentales estén descansando en sus casas, sin trabajar y recibiendo el 100 % de sus salarios y, además, todas sus gollerías.
Solamente remando todos juntos y parejos, y con la guía de un buen capitán, saldremos adelante y llegaremos a puerto seguro.
En lugar de amenazar a la población diciendo que si no aceptamos su propuesta de más impuestos nos hundiremos todos juntos, el presidente debe recuperar la confianza perdida, tiene una gran oportunidad de sacar a Costa Rica de tan difícil situación y, sobre todo, no debe matar la gallina de los huevos de oro.
El autor es arquitecto.