El presidente de la República, Carlos Alvarado, valientemente, ha presentado la candidatura de Costa Rica al Consejo de Derechos Humanos de las Naciones Unidas.
A pesar de lo difícil de hacerlo con tan corto plazo, pues solo restan 15 días para que se efectúe la elección, era indispensable proceder en defensa de la dignidad de América Latina, del respeto a los derechos humanos y de cumplir con la vocación histórica de nuestro país de procurar organismos internacionales que promueven la vigencia de esos derechos.
Para la elección de miembros del Consejo de Derechos Humanos del próximo 18 de octubre en la sede de ONU, en Nueva York, solo había hasta hoy dos candidaturas para llenar los dos puestos que corresponden a América Latina, con lo cual, automáticamente, quedaría elegida Venezuela.
Las violaciones a la vida, a la libertad y a muchos otros derechos humanos perpetradas por el régimen de Venezuela contra sus ciudadanos han sido ampliamente documentadas por organismos especializados de la Organización de los Estados Americanos (OEA), de la ONU y por la propia alta comisionada de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, la expresidenta chilena Michelle Bachelet.
Sería cínico, en esas condiciones, que se elija a Venezuela para integrar el más alto cuerpo político de la ONU destinado a promover y defender los derechos humanos.
La tarea por delante es sumamente difícil, pero no imposible, y es, ante todo, una cuestión de principios. No enfrentarla habría sido penoso para Costa Rica.
Al presentar la candidatura, el gobierno de Costa Rica asume con hidalguía la defensa de la dignidad de América Latina y merece el apoyo unánime de los costarricenses, así como un decidido respaldo de todas las naciones amantes de la dignidad, la libertad y los derechos inherentes a todas las personas.
Óscar Arias Sánchez
Rafael Ángel Calderón Fournier
José María Figueres Olsen
Miguel Ángel Rodríguez Echeverría
Abel Pacheco de la Espriella
Laura Chinchilla Miranda
Luis Guillermo Solís Rivera