Foro: Reconocer la razón del liberalismo

Nuestro sistema necesita una profunda transformación que se justificaría, no por su fracaso, sino por lo que el país alcanzaría con los recursos materiales e intelectuales que posee.

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La experiencia del plan fiscal, incluido el intento de extorsión de la huelga, sumado a la dificultad política e ideológica de plantear la gran reforma necesaria para el país, constituyen una inflexión, una especie de “hasta aquí”, que invita a estudiar el recorrido de Mario Vargas Llosa desde sus posiciones políticas originales.

La trayectoria del premio nobel de literatura 2010 es la de un joven latinoamericano preocupado por la pobreza y el atraso en la región, tan comprometido con la denuncia de sus causas como con el esfuerzo de superarlas. Uno cuya convicción lo llevó a abrazar las razones del socialismo y a defender, incluso, la Revolución cubana, hasta que su relación con Inglaterra, adonde llegó en la década de los setenta, con casi 40 años, para dedicarse a la academia, le hicieron reconsiderar todo aquello.

Así, el joven socialista evolucionó y, poco a poco, a fuerza de estudiar la realidad y contrastarla con las ideas que nutrían el debate público, se transformó en un defensor de la libertad en el sentido más amplio, entendiéndola, no solo como norma de convivencia, sino también como motor del desarrollo.

Su pensamiento liberal está plasmado en obras y contribuciones periodísticas en las cuales analiza la forma como esa relación se expresa en situaciones y países concretos, y no simplemente como discusión dogmática, ajena a la vida diaria de nuestras sociedades.

Aun con todas las precauciones que impone la historia costarricense, debemos reconocer un paralelo entre aquella experiencia y nuestra realidad. Los tractores útiles para abrir montaña y construir una carretera, luego no sirven para transitar por ella.

Nadie duda de que nuestro sistema necesita una profunda transformación que se justificaría, no por su fracaso, sino por lo que el país alcanzaría con los recursos materiales e intelectuales que posee.

Base para la reforma. Esta es la realidad del sistema en el cual reside el potencial de un liberalismo sintonizado con las aspiraciones nacionales, de servir como una de las fuentes de un programa que ayude a superar el patrón de improvisaciones dominante en la reforma del Estado.

El liberalismo acierta al identificar los problemas que sabotean nuestro desarrollo, aunque no tanto en las soluciones que propone. Sin embargo, habiendo alcanzado el punto en el que estamos, es tiempo de corregir ese criterio y poner atención a sus planteamientos sobre economía, sociedad y Estado.

Debemos hacerlo de forma pragmática y con el fin de desencadenar el potencial acumulado en beneficio de los costarricenses, y no por revanchismo o castigo contra algún sector.

La iniciativa privada, entendida en el sentido más amplio, cuenta con creatividad y recursos materiales e intelectuales suficientes para satisfacer nuestras aspiraciones en materia de desarrollo humano. Algo que no consigue, porque nuestro sistema, sin perjuicio de sus éxitos del pasado, no es capaz de canalizar de forma adecuada las energías que contribuyó a crear.

Replanteamiento. Por esta razón, y convencido de la sabiduría de Winston Churchill cuando decía que mejorar es cambiar y que ser perfecto es cambiar a menudo, creo que el esfuerzo de concebir y construir un nuevo futuro desde el presente demanda replantear nuestras opciones y atender con sentido práctico las razones y propuestas de un liberalismo, que debe también hacer su propio esfuerzo por superar divisiones, dogmatismo y obsesiones, sin perder su esencia, y con el objetivo de llevar su mensaje más allá de su zona de confort.

ferrarocas@gmail.com

El autor es abogado.