El gobierno de Daniel Ortega rechazó los acuerdos del miércoles 28 de agosto en la reunión de la Organización de los Estados Americanos (OEA) para que una comisión de alto nivel coadyuve a la salida de la crisis sociopolítica de Nicaragua. El régimen orteguista considera que el informe lesiona la institucionalidad, la identidad, las leyes y los derechos nacionales del país; por lo tanto, no acepta mecanismos que no han solicitado.
La propuesta del gobierno es negociar las reformas electorales únicamente con los partidos políticos. De conformidad con su versión, se trata de un entendimiento directo que tiene con la OEA. No obstante, la creación de la comisión de alto nivel va en la línea opuesta, pues buscaría que el gobierno pacte con la alianza cívica.
El presidente Daniel Ortega, en una reunión con el Parlamento Centroamericano ese mismo miércoles, llamó a la integración centroamericana, con lo cual demostró toda su disponibilidad para colaborar en los proyectos centroamericanistas. Asimismo, volvió a referirse a la multipolaridad del mundo.
Caminos intrincados. El régimen tiene pocas oportunidades para emparejar la balanza en el ámbito internacional, así como en Centroamérica. Si bien es cierto que cuenta con amigos en el Parlamento Centroamericano, el ambiente político de la región no lo favorece. De esta forma, está entre dos caminos y una crisis. Ambas vías no serán nada fáciles.
Fuera de Centroamérica, Ortega no tiene grandes oportunidades. La multipolaridad que mencionó existe, ciertamente, pero lleva años queriendo consolidarse. China, Rusia, India, algunos países latinoamericanos y de Oriente Medio no tienen la fortaleza y el pulso diplomático de Estados Unidos y sus aliados en estos momentos. Por ende, es posible que el mandatario, con más presión de los Estados Unidos, termine llegando a un acuerdo con la OEA para volver a las negociaciones. Durante la crisis, hemos visto que sus discursos temerarios se han ablandado con la coerción de los Estados Unidos y sus países amigos. De no hacerlo, deterioraría más al Estado nicaragüense.
Aunque pareciera que el gobierno ha logrado apaciguar todas las protestas en Nicaragua y, según los medios oficialistas, el país emprende vuelo hacia la recuperación, el ambiente económico, político y diplomático no le es halagüeño. La clave sigue siendo la presión internacional, a la que más teme Ortega.
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El autor es sociólogo nicaragüense.