La tecnología ha sido clave para el desarrollo de las empresas financieras en América Latina y el Caribe, y en los últimos años ha generado una revolución gracias al surgimiento de start-ups que ofrecen servicios financieros digitales innovadores y centrados en las necesidades de los ciudadanos. Dichas compañías son conocidas como fintechs (acrónimo en inglés formado por las palabras financial y technology).
En Costa Rica, las tecnofinanzas o fintechs están todavía en un estado inicial. Existe un número reducido de empresas emergentes y limitada penetración en el mercado. Sin embargo, pronto cambiará, pues en los últimos dos años la cantidad de estas empresas creció un 400 % y la tasa de supervivencia fue del 100 % (en Costa Rica, de 5 que había en el 2017 la cantidad subió a 25 en el 2019) . Es previsible que la tendencia se mantenga en los años venideros debido a que el país cuenta con varias condiciones favorables para la expansión.
Para empezar, los emprendedores costarricenses han mostrado ser creativos y capaces de adaptar sus modelos de negocio a las oportunidades y las restricciones del mercado. Igualmente, la relevancia de la tecnología en la vida del costarricense está por encima del promedio de la región, y ese es un factor fundamental para impulsar las fintechs.
En el último año, el 60 % de los adultos hizo o recibió pagos mediante un dispositivo móvil, cuando en el resto de América Latina y el Caribe fue un 45 %.
El 18 % accedió a una cuenta bancaria desde un dispositivo móvil, mientras que en los otros países de la región lo hicieron un 11 %. Además del liderazgo en la penetración móvil, el país se ubica en una posición privilegiada en los ránquines de innovación global y tiene capacidad para formar, atraer y retener talento humano, lo cual lo convierte en terreno fértil para el surgimiento del sector tecnofinanciero.
Estudio. Lo anterior lo revela el reciente estudio del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) y Finnovista, titulado Fintech en Costa Rica: hacia una evolución de los servicios financieros, el cual brinda un panorama sobre la materia e invita a aprovechar las cualidades del país para convertirse en un referente de esta naciente industria en la región, que puede ser un factor estratégico para mejorar la competitividad y la calidad de vida de sus ciudadanos.
La falta de acceso a servicios financieros y el escaso apoyo al emprendimiento constan como los principales obstáculos para los empresarios costarricenses. Entre los desafíos más grandes figura el margen de intermediación financiera, que es el más alto de América Latina y el Caribe, el cual se traduce en elevados costos para los sujetos de crédito.
Adicionalmente, existen asimetrías de información en el mercado financiero que dificultan el acceso al crédito y retos para dedicarse a proyectos bancarios. Finalmente, hay una limitada presencia de incubadoras y aceleradoras, y una baja oferta de capital de riesgo. En el propio sector tecnofinanciero, por ejemplo, solamente el 10 % de estas empresas acceden a inversionistas ángeles.
La industria fintech sería un aporte para cerrar las brechas de financiamiento, afrontar algunos de los retos señalados y contribuir a democratizar el acceso a servicios financieros para los costarricenses. Para ello, es necesario un marco legal que contribuya a la innovación y el desarrollo del sector, que conserve la solidez y confianza de los mercados financieros.
Normas. En términos de regulación, los países que han alcanzado el desarrollo de la industria y son líderes mundiales, como Singapur y el Reino Unido, y aquellos más cercanos, como México o Colombia, han fortalecido el sector tecnofinanciero focalizándose en una regulación acorde con la era tecnológica actual.
Es esencial aprobar una regulación global en la cual se considere la internacionalización como el estado de madurez de una fintech y promueva proyectos de experimentación, como las sandbox, pero que a su vez no menoscabe ni limite el potencial de la industria.
Costa Rica puede ser el próximo laboratorio fintech en América Latina y el Caribe, en el cual emprendimientos de la región prueben y ajusten sus soluciones. Para llevar a cabo el proyecto, serán necesarias políticas públicas que articulen los esfuerzos de todos los actores (reguladores, programas de apoyo, inversionistas, sector financiero, etc.). Por su parte, las fintech costarricenses deberán dar soluciones que respondan a desafíos globales para acceder a mercados más amplios.
Nuestra vida financiera está cambiando aceleradamente y no parece que vaya a dar marcha atrás. La correcta combinación de regulación, apoyo e innovación asegurará que este cambio beneficie la inclusión financiera, no solo en Costa Rica, sino en toda la región.
El autor es representante del BID en Costa Rica.