En buena hora La Nación resalta el alarmante rendimiento en lectoescritura de alumnos de primero y segundo grado, en el editorial del 4 de octubre, titulado “Deficiencias en la lectoescritura”.
Independientemente de si la creciente adecuación curricular que ocurre en segundo grado tiene raíces en la falta de pruebas o en una política que impide reprobar primer grado, la triste realidad demuestra que los niños de primero no tienen las bases ni las habilidades para aprender a leer y escribir ni se les está educando para que las obtengan. Además de esas posibles causas, por nuestra experiencia profesional, sostenemos que la situación de esos alumnos surge de una magra educación preescolar.
El Ministerio de Educación Pública (MEP) publicó en el 2014 el Programa de Estudios de Preescolar para articular la enseñanza de preescolar y primaria con miras a facilitar la transición entre los niveles.
Conscientes de que si los niños no reciben una formación de buena calidad en preescolar, van a tener dificultades para asimilar las destrezas necesarias para aprender a leer y escribir en primer grado, creamos el curso Actualiza, diseñado para capacitar a las docentes en la unidad “naranja” de lenguaje a través de talleres presenciales.
Gracias a Crusa y a empresarios preocupados, hemos recorrido zonas rurales de alto riesgo identificadas por el MEP, desde Sula, en Talamanca, hasta Los Chiles, en la zona norte. En los últimos años, capacitamos a más de 1.000 docentes y hemos conocido una realidad muy diferente a la que vivimos en la GAM.
En la etapa de bebé. No se aprende a leer y escribir de un día para otro. El proceso se inicia cuando el niño es bebé. Los padres han de conversar, interactuar y leerles a sus hijos para estimular el desarrollo emocional y cognitivo. Si no reciben estímulo, ingresarán a preescolar a los cuatro años con grandes carencias. Sin embargo, algunos padres residentes en zonas en alto riesgo no saben ni leer ni escribir, y aquellos que sí leen, no practican porque ni les gusta ni tienen libros. Consecuentemente, vemos niños cuyo primer contacto con libros no se da hasta los cuatro años, al ingresar a preescolar. Una buena docente debe compensar estas desventajas.
Según la docente Yorleny Mantle Arboine, de la Escuela Balvanero Vargas, en Cieneguita de Limón, cuando amanece lloviendo, la mitad de sus alumnos faltan, pues los padres no los mandan a la escuela. Pero las dificultades que enfrenta la maestra son aún mayores. En muchos pueblos, encontramos plazas de toros, mas no bibliotecas; ni siquiera la escuela cuenta con libros. Aprender a leer y escribir sin libros es más difícil que aprender a nadar en seco.
Pese a estas dificultades, hallamos docentes con mística, comprometidos con el aprendizaje de sus estudiantes y con ansias de aprender. Sin embargo, necesitan capacitaciones de calidad para ejecutar el excelente Programa de Estudios de Preescolar desarrollado hace cinco años.
Mitos. Las docentes cargan mitos que deben derribar para abrazar prácticas que han probado ser eficientes y dar resultados. Uno de ellos es la enseñanza de la conciencia fonológica que, bien implementada, marca una diferencia significativa en el aprendizaje del proceso de lectura. Muchas docentes no la conocen, no la saben emplear y le tienen miedo.
Después de recibir el curso Actualiza, Elena Rivera, de la Escuela la Sabana, en San Marcos de Tarrazú, afirmó: “Qué dichosos mis chiquitos este año, que van a tener una maestra con más conocimiento sobre cómo trabajar la lectura y la escritura porque a nosotras, las maestras de la vieja escuela, se nos dificulta el programa”. Las educadoras claman por capacitación que les ayude a poner en práctica correctamente los procesos propuestos en el programa.
Por la miopía característica del quehacer político y la inmediatez de resultados que pretende el sector privado, la inversión en educación preescolar, tradicionalmente, se ha valorado poco respecto a los beneficios que sí le otorgan a la de años superiores. Sin embargo, como en toda actividad, cuanto más temprano identifiquemos las deficiencias y las corrijamos, menos será el costo y mejores los resultados.
La retención en segundo grado continuará mientras no aceptemos dónde y cuándo surgen las deficiencias académicas y cómo corregirlas. Afirmamos, con confianza profesional: la solución está en preescolar.
Las autoras son docentes.