Foro: La aceleración de la historia

La pandemia confirma que el tiempo transcurre más rápido o más despacio según nuestras circunstancias.

Este artículo es exclusivo para suscriptores (3)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

Ingrese a su cuenta para continuar disfrutando de nuestro contenido


Este artículo es exclusivo para suscriptores (2)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

Este artículo es exclusivo para suscriptores (1)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

El tiempo, medido en segundos, minutos, horas, días, semanas, meses o años, será relativo siempre, nunca absoluto.

Algunas personas, sin embargo, desafían las leyes de la física e inventan los relojes con el propósito de brindar los mismos tictacs a todos por igual.

Por raro que parezca, el tiempo pasa en ciertos lugares, o para algunas personas, más despacio, como indicó en 1905 el sabio de la física Albert Einstein al enunciar su teoría de la relatividad especial: se percibe más corto en una situación placentera que cuando no lo es, por ejemplo, cuando se está a la espera de un diagnóstico médico o se hace el amor si se sufre dolor de muela.

Lo mismo sucede en estos tiempos de pandemia, generada por el nuevo coronavirus SARS-CoV-2, causante de la enfermedad respiratoria covid-19.

Sentimos un aceleramiento en la historia, lo cual es visible, primero, porque recibimos a diario el reporte de casos confirmados y muertes en 188 países, pero sentimos un más lento transcurrir del tiempo para hallar una vacuna; segundo, las personas de alto riesgo, como este servidor, con problemas pulmonares, presión alta y 66 años de edad, vivimos una larga pesadilla en comparación con una persona joven y sana; tercero, no es lo mismo el tiempo para quienes están confinados en estricta cuarentena, como sucedió en Wuhan, China, o España e Italia, que en Costa Rica, donde las restricciones son parciales.

La mano de la naturaleza. Lo primordial de esta experiencia es la aceleración histórica prácticamente en todo el planeta, porque la madre naturaleza nos demuestra una vez más —como si fuera una película— que el verdadero peligro somos los seres humanos.

Gracias al confinamiento, animales silvestres, como jaguares, venados, camellos y monos, deambulan por las calles de algunas ciudades, o delfines y manatíes, por las playas de diferentes países; además, en unos pocos meses, las emisiones de dióxido de carbono han disminuido producto de la merma en el uso de combustibles fósiles, lo que genera también el abaratamiento del precio del petróleo.

Resultan reconfortantes la limpieza de las aguas de los canales de Venecia y la caída de la careta a “líderes políticos” como Jair Bolsonaro, Donald Trump y Boris Johnson.

Aunado a lo anterior, cabe resaltar la puesta en práctica del teletrabajo y la locomoción sostenible.

Un aspecto relevante para mí, en 41 años de trabajo en el Instituto Nacional de Acueductos y Alcantarillados (AyA), es constatar que los costarricenses entendieron al fin que la mejor manera de prevenir las infecciones diarreicas y respiratorias es la higiene y lavarse las manos con agua potable y jabón, aspecto en el cual Costa Rica está a la vanguardia.

dmora@aya.go.cr

El autor es salubrista público.