La Junta Directiva del Banco Central de Costa Rica aprobó el 2 de setiembre una línea de crédito especial por ¢700.000 millones para clientes más afectados por la crisis.
Ningún banco presentó solicitud para el uso de esos recursos. No les interesa, dadas las condiciones exigidas. Rotundo fracaso cuando más se necesita algo que funcione.
Para todos es sabido que la economía va en picada y el desempleo sube, por lo que un plan de estímulo económico bien concebido y, aún mejor, ejecutado, es imprescindible, pero eso no fue lo que sucedió.
El Central no solo actuó a destiempo. La covid-19 apareció en Costa Rica en marzo, algo que se sabía. Asimismo, se conocía el impacto económico en los países. Sin embargo, el Banco Central apareció con una propuesta de crédito a los seis meses de iniciada la crisis. No solo tarde, cuando el cierre de muchas empresas se había producido parcial o totalmente, con la correspondiente pérdida de patrimonio y de empleos, sino además inviable.
Fue una propuesta generada by the book, perfectamente estructura y blindada contra riesgos, pero ajena a la realidad nacional y a lo que precisa el país en este momento.
Algo similar le ocurrió al plan por ¢900.000 millones que el gobierno lanzó en marzo. Su impacto ha sido paupérrimo.
Parece que la gente del gobierno y los jerarcas del BCCR viven en otro planeta, pues salen con planteamientos que no sirven en un área tan sensible como la económica.
Es necesario que, con la mayor brevedad, se reúnan representantes del BCCR, la Sugef, la ABC y la Uccaep para generar una propuesta viable y de rapidísima ejecución. Si los planes siguen siendo generados por el sector público desde su burbuja, no serán más valiosos que el papel en el cual están escritos.
Urgen propuestas audaces, novedosas, viables y funcionales, que involucren en su gestación a todos los grupos y sectores interesados. Probablemente sea necesario crear espacios para la entrada de economistas jóvenes, con ideas frescas, para trazar un nuevo plan, alejado de “la ortodoxia de los bancos”, porque eso lleva a propuestas similares a las ya presentadas.
Se necesita “algo fuera de la caja”. No importa lo que digan las reglas sagradas del sistema financiero, algo que funcione, aunque no siga los lineamientos tradicionales.
Creatividad e innovación es el nombre del juego en este momento para salir de las circunstancias actuales. A lo mejor con eso se revoluciona el sistema financiero nacional para beneficio de todos.
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El autor es ingeniero industrial.