Existe una muy justificada preocupación por la coyuntura económica que atraviesa el país. Se han juntado problemas de diversa índole, como altos déficits y deuda fiscal, contracción en el ritmo de la producción, desempleo creciente, informalidad y pobreza.
El gobierno ha quedado debiendo por la insuficiencia del plan de reactivación y ello ha generado desconfianza en productores, gremios laborales y consumidores en general. La incertidumbre y el deterioro de las expectativas sobre el futuro producen un ambiente de pesimismo, el cual afecta la inversión y el consumo. Es urgente superar los desafíos macroeconómicos de una deficiente demanda.
Contribución del sector financiero. La Unión Costarricense de Cámaras y Asociaciones del Sector Empresarial Privado (Uccaep) cree necesario estimular el crédito y con ese fin solicitó disminuir el encaje bancario en colones del 15 % al 7,5 %, aumentar la tasa de mora permitida a los bancos del 3 % al 4,5 %, eliminar el contagio bancario (que el atraso en un préstamo deje de afectar otras deudas de una misma persona), recortar las transferencias obligatorias de las utilidades de los bancos y otras medidas más.
En respuesta, la Superintendencia General de Entidades Financieras (Sugef) se comprometió a revisar lo relacionado con el contagio y otra normativa que desestimula la demanda de crédito, siempre y cuando no se comprometa la estabilidad financiera del país. Por su parte, el Banco Central (BCCR) disminuyó el encaje mínimo legal de los depósitos bancarios del 15 % al 12 %.
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Contribución de la política monetaria. El principal objetivo del BCCR es procurar una inflación baja y estable para crear las condiciones que conduzcan al crecimiento económico. Con ese propósito, sigue una estrategia de metas de inflación y tipo de cambio flexible, prácticamente desde principios del 2015, cuando abandonó las bandas cambiarias.
El BCCR argumenta que la meta de inflación actual es baja, anda en un rango del 3 % ± 1 %, para acercarla a la inflación de los países desarrollados con los cuales comerciamos más. De esta forma, se evita una mayor incidencia en la depreciación del colón, el tipo de cambio y el aumento del nivel general de precios.
El esfuerzo, sin embargo, podría estar afectando el crecimiento del PIB y, con ello, repercutiendo en mayores tasas de desempleo, debido a las rigideces nominales y reales que producen las tasas de inflación bajas.
La producción está creciendo a tasas inferiores al 3 % y, lo más inquietante, los desempleados ya casi llegan a los 300.000. Este sacrificio sería el costo de la política monetaria, aunque también otros factores inciden en el desempleo, como el desajuste entre oferta y demanda de trabajadores calificados, la inflexibilidad del mercado laboral y la relación entre salarios y productividad. Si bien se acepta que la política monetaria no es la única culpable, sí le cabe alguna cuota de responsabilidad.
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Cómo resolver el acertijo. Entre los economistas, no existe una posición unánime frente a la validez de una relación inversa entre inflación y desempleo y, usualmente, eso no se toma en cuenta en las reglas de política monetaria. No obstante, algunos bancos centrales, como el Sistema de la Reserva Federal de los Estados Unidos, además de velar por la estabilidad de precios, también siguen muy de cerca el comportamiento del empleo y el crecimiento económico a la hora de determinar la tasa de interés de política monetaria.
En la actual crisis fiscal, contracción del PIB, desempleo y altas tasas de interés, sería útil demostrar si el compromiso de política monetaria con una inflación baja y estable ha contribuido a disminuir la tasa de sacrificio o no, particularmente en el período 2015-2019 de baja inflación (promedio de un 1,21 %).
Las grandes deudas del gobierno son difíciles o imposibles de estabilizar cuando niveles de inflación bajos aumentan el valor real de la deuda y ralentizan el crecimiento económico. En estos momentos, lo que la economía necesita es una flexibilización temporal de la política monetaria.
Una disminución adicional en la tasa de interés de política monetaria que guíe al resto de tasas de mercado contribuiría a reactivar la economía. Acciones paralelas para reducir el margen de intermediación financiera y eliminar el exceso de rentas que devenga este sector a costa del resto de la economía, también serían bienvenidas.
El autor es economista.