Foro: Efectos de la covid-19 en la cultura costarricense

Estamos cruzando una franja porosa en la que diseñamos nuevas herramientas para dar los pasos siguientes hacia otra normalidad

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El estado de liminalidad es familiar para estudiantes de Antropología: ocurre en el paso de una situación a otra cuando, por norma sociocultural, una de sus fases incluye confinarse, retirarse, recluirse, encerrarse, apartarse, ocultarse, permanecer en lo liminar, en el umbral: se expresa de diversas maneras.

Es una de tres fases en uno de los procesos de cambio cultural: separación, intermedia o liminal, reintegración. Aplica a individuos y a las colectividades. Ejemplos del caso individual son el período de luto por decesos, uno de cuyos símbolos es el color negro.

Otra instancia son las novias vestidas en habitación reservada, y el color simbólico es el blanco; el novio, en especial, y otras personas no deben verlas ahí; al salir, un velo mantiene el estado liminal, les cubre la cara hasta que el oficiante avanza en la ceremonia nupcial, en el tránsito de la soltería al matrimonio. En el pasado, las madres al dar a luz entraban en el período de cuarentena, así denominado.

Como ejemplos de casos colectivos, en Costa Rica, entre una temporada de trabajo y otra, se insertan intervalos de descanso, sea en relativa inactividad, como dormir más, o, mediante comportamiento liminoide no considerado “trabajo”, como participar en el ámbito lúdico: deportes, turismo, disfrute de las artes, de las fiestas o del carnaval; es un apartarse de la situación “normal” o “rutinaria”, de la cotidianidad.

La liminalidad en los calendarios religiosos incluye los retiros de oración, la cuaresma —en la Iglesia católica uno de los símbolos de esta etapa son los cobertores morados sobre las imágenes— y las normas para la Semana Santa, en especial las del Viernes Santo.

Otras circunstancias causan estados de liminalidad colectiva, como la pandemia de la covid 19. Las máscaras son a menudo parte real y simbólica de las fases liminales; la mascarilla se desempeña así en la del coronavirus.

De una situación a otra. En la experiencia individual, solamente la persona entra en un cambio de normas al pasar de una situación a otra: por ejemplo, quienes se jubilan del trabajo se insertan en opciones de vida ya existentes. Cuando se trata de colectivos, la liminalidad sí puede producir cambios en el sistema o estructura social al que se regresa; eso, en esta pandemia, es reintegrarse a “la nueva” normalidad.

Entre las características de los estados de liminalidad, relacionados con el orden social ausente, o perturbado, una es la reflexión acerca de lo más profundo y universal de lo humano, como la espiritualidad, y valores para convivir en armonía, como el aprecio, la igualdad y la solidaridad; otra es el logro de la creatividad: se innova en ocupaciones, artes o ciencias; se aprovecha el solaz de los ratos libres para experimentar. Se produce, en la conducta, algo diferente de las demandas de ese otro mundo estructurado con obligaciones para el diario vivir, en el cual la gente no está participando en su estado liminal.

Como ocio constructivo, el tiempo libre conduce a la ocupación reposada, a las obras de ingenio. Sin embargo, otra cara de la fase liminal es negativa: afectación en la salud corporal o mental, como temor, ansiedad, depresión, anomia, angustia, inseguridad.

En casos extremos, deceso y suicidio, violencia, intolerancia de grupos étnicos, drogas, alcoholismo y fiestas —de jóvenes y otros no tanto— inaceptables cuando el aislamiento prescrito obedece a enfermedad contagiosa; en estas situaciones, conviene insistir en el potencial positivo de la liminalidad, por ejemplo, para activar los valores de convivencia y solidaridad.

Lo liminoide es lo semejante a lo liminal. Se parecen en que las rutinas diarias no son lo importante. Se trata del disfrute de tiempo libre para la creatividad, tal es el desempeño en laboratorios, universidades y sitios alejados del acontecer rutinario de la sociedad, aunque con la finalidad de innovar para ella.

En el ámbito hogareño, en áreas urbanas de Costa Rica, se aprovechan espacios de jardín —por pequeños que sean— para sembrar huertas, o en las cocinas se retorna a la preparación de recetas antiguas de comida casera, panes, cajetas y picadillos.

También son liminoides ámbitos deportivos y artísticos, u otros no considerados propios del trabajo, de lo educativo o cívico, de las obligaciones morales, o de las legales. Lo optativo es liminoide; obligatorio, lo liminal.

Las dosis de voluntariado, deleite, desinterés en la ganancia, son altas en lo liminoide, aunque, como en lo liminal, difíciles si se trata de suspensión del orden social por guerra, tragedias o, precisamente, pestes.

En el caso de las enfermedades contagiosas, la separación social se ha mostrado en las opciones de aislar al enfermo, la de recluir al sano, o ambas, como en la pandemia actual de covid 19.

Durante la primera, el Estado creó en 1830 el Lazareto General del Estado de Costa Rica para aislar a los afectados por la lepra, y el Sanatorio Durán, en 1918, por la tuberculosis.

En la contemporaneidad, al disponerse de comprensión de la causa y de tratamientos, los patrones culturales por pestilencias, en el sentido moral, se han humanizado.

La nueva normalidad. En la opinión pública se menciona a menudo que después de esta pandemia de coronavirus habrá cambios sociales. Posiblemente muchos de ellos van a estar relacionados con los ajustes hechos para sobrevivir en la liminalidad.

Quienes opinan los prevén según sus campos de conocimiento: en la educación, la enseñanza virtual más intensa, apoyada en que las tecnologías que la privilegian seguirán avanzando; en la vida en general, habrá un mayor uso de acciones “en línea”; en la economía se mencionan cambios en los hábitos de consumo y de ahorro; en política podría ser que se refuerce la organización estatal frente al soslayo de ella, dado en el proceso de globalización; desde la antropología se podría visualizar un cambio en un área estudiada en proxémica, la que trata el distanciamiento en la interacción.

Influidos por el campo de la Salud, en este período de liminalidad, nos hemos vuelto conscientes de las distancias físicas entre la gente. De manera inconsciente, cada cultura impone patrones preferidos de distanciamiento en las relaciones cara a cara con otras personas.

Los anglosajones a menudo dicen que los latinos nos acercamos más de la cuenta cuando hablamos entre nosotros, y que nos tocamos más. Los especialistas ya hicieron mediciones precisas, no solo los antropólogos en esa rama, sino también otros a los cuales se ha extendido, como los comunicadores, especialmente los que aconsejan el campo de los negocios en el mundo culturalmente diverso de la globalización.

Lo cierto es que se estandarizan distanciamientos para efectos diferentes, como los de intimidad, los de amistad, los de los no allegados y otros públicos.

Es posible que vayamos a cambiar el manejo cultural del espacio, al acostumbrarnos a mayor distancia física entre uno y otro, pero también por manejo de la movilidad, políticas fronterizas, nuevas preferencias residenciales y otros, aunque no nos demos cuenta de ello.

La “nueva normalidad”, al concluirse las fases de liminalidad y reintegración de la covid-19, presenta otra característica, quizás ausente de pandemias anteriores, o presente en menor proporción.

Es probable que, de producirse algún tipo de normalidad al controlarse esta enfermedad, la afecte otra situación anormal paralela, la de crisis económica severa, predicha por diversos observadores del devenir. En tal caso, la futura “nueva normalidad” se habría originado, no en una, sino en dos crisis diferentes, aunque relacionadas.

Así, desde la antropología, observar el desarrollo de cambios sociales y culturales en esta pandemia nos permite suponer modificaciones en las maneras en que concebimos la naturaleza, las relaciones familiares y sociales, así como otras concepciones del tiempo y del espacio, y nuevos “descubrimientos” sobre nosotros mismos.

Estamos cruzando una franja porosa en la que diseñamos nuevas herramientas para dar los pasos siguientes hacia otra normalidad. En este caso, el transitar en una pandemia implica cambios a escala mundial, cuyo resultado será un mundo nuevo.

eugenia.ibarra68@gmail.com

maria.bozzoli@gmail.com

Las autoras son antropólogas, miembros de la Academia de Geografía e Historia de Costa Rica