El covid-19 coloca a las empresas en una especie de “prueba de estrés” o “prueba de desempeño”.
La emergencia implica, para la organización, un análisis de signos vitales: la madurez de la cultura, la eficiencia de los procesos, la capacidad de las personas para responder a la ambigüedad y a contextos de crisis, así como el nivel de agilidad de los líderes para articular y reaccionar en entornos de gran incertidumbre.
La pandemia demostró que existen herramientas y formas de trabajo viables, eficaces, y que la única barrera para utilizarlas son las resistencias derivadas del miedo a la transformación.
Cuando sobreviene una crisis, la necesidad de supervivencia —conservar el trabajo y la productividad— acrecienta la actitud para aceptar el cambio. Empresas y personas opuestas a adoptar nuevos métodos de trabajo están ahora viendo las ventajas, por ejemplo, de la virtualidad.
Creatividad y seguridad. Las organizaciones costarricenses empiezan a convivir en un ambiente de contingencias y una serie de alertas, cancelaciones o modificación de actos, así como variaciones en las dinámicas de trabajo, nuevos protocolos para proyectos y atención de casos confirmados o sospechosos, lo cual las obliga a ser creativas bajo normas de seguridad prioritarias.
Las empresas globales han resultado afectadas por un repentino freno del tránsito de personal entre países y cuarentenas que les exige rediseñar su operación.
El coronavirus revela, entonces, aprendizajes organizacionales sin precedentes, entre ellos, que creatividad, flexibilidad y resiliencia dejaron de ser “habilidades suaves” para posicionarse como los más duros escudos para afrontar una crisis y facilitar el avance en medio del riesgo al contagio. De alguna forma, brindan fortaleza al sistema en ausencia de la inmunización.
La viróloga londinense Elisabetta Groppelli, lo expresó así: “Los virus desencadenan epidemias, pero son las personas quienes pueden contenerlos".
Encuesta en China. En enero, debido al aumento en las preocupaciones relacionadas con la salud, Deloitte efectuó una encuesta en China sobre políticas y prácticas de capital humano: Covid-19 Practical workforce strategies that put your people first.
El estudio, el cual obtuvo unas 1.000 respuestas de empresas en China, demostró que, desde el comienzo del brote, el enfoque inmediato de los empleadores fue garantizar la salud y la seguridad de los empleados.
El 90 % de los empleadores dijo creer que es un requisito urgente proporcionar a los empleados opciones de trabajo remotas y flexibles.
Las empresas energéticas y las industrias tienen más limitaciones para autorizar trabajo remoto u horarios flexibles, y se han centrado en proporcionar protección contra la pandemia: han garantizado el saneamiento, el equipo de protección personal y la seguridad del entorno laboral.
Más de la mitad de las entidades gubernamentales y de servicios públicos se centran en tratar el estrés psicológico de los empleados.
Tácticas. Aprovechando las lecciones aprendidas de crisis anteriores, y el análisis del estudio en China, se diseñó un documento con una serie de tácticas:
En el trabajo: establecer una oficina con un equipo de reacción y continuidad. Repasar roles o puestos críticos y preparar planes de sucesión temporal de esas funciones. Evaluar la dinámica de core actual y cómo modificarla, centrándose en personas que, por su naturaleza y perfil, serían altamente sensibles al contagio.
Diseñar estrategias para una reducción laboral temporal o desaceleración, así como para una interrupción-reactivación de los diferentes sitios de trabajo y geografías de operación. El uso de datos parece ser una buena fórmula en varios países, por tanto, debe revisarse la información corporativa disponible.
Educación: los líderes deben generar mensajes de confianza y seguridad, brindar los protocolos y construir un norte de control y autorresponsabilidad. La estrategia de comunicación debe ser visible e, idealmente, abrir un “canal interno de noticias y seguimiento”.
Habilitar espacios de educación en prevención apoyándose idealmente en expertos y fuentes confiables como la Organización Mundial de la Salud (OMS). De igual forma, deben desarrollarse protocolos claros y obligaciones para los empleados en riesgo, por ejemplo, guías de higiene y viajes.
Reforzamiento. La seguridad en los entornos de trabajo debe estar garantizada fortaleciendo los procesos de descontaminación e higiene.
Establecer un protocolo para atender a un colaborador que muestre síntomas y cómo atenderlo antes de la atención médica.
Colaborar con los registros y estadísticas solicitados por las autoridades de salud. Es clave la actualización de los protocolos y guías prácticas de viaje y reunión. Es crucial revisar la política y las pautas de manejo de las redes sociales, tanto institucionales como de los colaboradores en relación con qué publicar sobre el covid-19.
La salud del personal y la continuidad de la empresa depende de una adecuada articulación de estos esfuerzos, de la protección, del reforzamiento del lavado de manos y la resiliencia de la organización.
La autora es directora de capital humano de Deloitte.