Los nuevos paradigmas de la educación plantean a las instituciones educativas retos para el desempeño eficiente en el nuevo escenario. Esos desafíos podemos analizarlos bajo la óptica de tres grandes vertientes:
Desarrollo competencial. Este enfoque nos dirige a pasar de un modelo tradicional de enseñanza a uno por competencias.
En el primero, al estudiante se le considera un mero depositario del conocimiento, mientras el rol del cuerpo docente, visto como poseedor de toda la información, es el de trasmitir dicho conocimiento a su grupo estudiantil; en este esquema, el protagonismo le pertenece al docente.
En el segundo, demandado por el momento histórico, lo trascendente es lograr que el alumno, aparte de adquirir el conocimiento, desarrolle destrezas para una sana inserción en la sociedad.
En este esquema, las variables objetivo de la educación tienen relación con el desarrollo de competencias, tales como la criticidad, la autonomía y la independencia; no solo para el conocimiento (materia o sustancia cognitiva), sino también en los diversos procesos educativos (didáctica).
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En este contexto, se volvió importantísimo entender que la sociedad donde nos desenvolvemos está conformada por un grupo muy heterogéneo de personas, lo cual plantea la necesidad de aprender a funcionar en equipo, mediante trabajo cooperativo, y el dominio de varios idiomas.
Los centros educativos de primer orden están trabajando con herramientas metodológicas que buscan desarrollar el razonamiento lógico y destrezas de pensamiento como, por ejemplo, el aprendizaje a partir de la resolución de problemas.
Neuroeducación. Se refiere a la manera de potenciar el proceso de aprendizaje a partir del conocimiento sobre cómo funciona el cerebro.
Un aporte de la neuroeducación es demostrar la correlación existente entre aspectos de orden emocional y manejo del estrés y el proceso de aprendizaje: “La capacidad de aprender cabalga sobre el caballo de las emociones”, de acuerdo con Alexandra Brenes.
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Una gran barrera que afronta la niñez en la etapa conocida como la primera infancia (0 a 5 años) es su limitado vocabulario para identificar y expresar sus sentimientos y emociones, cuya determinación facilita el autoconocimiento y, a partir de este, el autocontrol y la empatía.
Los preescolares deben efectuar actividades que recreen sentimientos y emociones, de manera tal que el menor vaya elaborando su propio diccionario emocional.
La neuroeducación evidencia, además, la sorprendente plasticidad del cerebro para adaptarse en el tiempo. Este es capaz de generar una gran cantidad de neuroconexiones a partir de una estimulación adecuada y, cuando esta acción se da en la primera infancia, es posible conseguir desarrollos neuronales que terminan haciendo de los niños personas mucho más integrales.
De ahí la necesidad de la reorientación de los preescolares hacia las tareas de estimulación multisensoriales.
Nos ayuda a entender, asimismo, la conducta del adolescente a partir de la segunda poda neuronal, entendiendo que, a su edad, están construyendo nuevas conexiones neuronales. Esa es la explicación de su conducta errática, en varios de los casos.
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Habilidades y competencias digitales. La principal razón por la cual es imperativo que el estudiante desarrolle habilidades o competencias digitales no es por moda, sino porque la tecnología ha revolucionado los sistemas de producción, las formas de concretar negocios y los sistemas de trasmisión del conocimiento; un hecho sin precedente en la historia de la humanidad.
En lo que se refiere al manejo y transferencia de la información, la Internet es el espacio donde toda persona puede crear y publicar. Cualquiera puede acceder a todo tipo de información por esta vía, y en esto reside lo avezados que debemos ser en la gestión de los conocimientos.
El gran reto para los centros educativos, aparte de la virtualización de sus clases producto de una crisis mundial, es hacer de los estudiantes personas competentes digitales, puesto que deben saber procesar la información que se encuentra en la red y, a la vez, ser capaces de comunicar lo que piensan y creen sobre la creación de contenidos.
También es preciso presentarles las opciones de desarrollo profesional en este campo, tales como ciberseguridad, innovación digital, big data, small data y marketing digital, entre otros.
Los centros educativos, en este nuevo escenario, requieren capacidad adaptativa, estudio y replanteamiento en, por lo menos, estas tres vertientes que, en definitiva, marcan, y continuarán haciéndolo, un proceso evolutivo en la educación.
El autor es director de la Kamuk School.