Tienen razón los sindicatos cuando afirman que la elusión y la evasión deben ser atacadas antes que los derechos de los trabajadores, y para sustentarlo Albino Vargas cita como ejemplo a los pobres recolectores de basura de la Municipalidad de San José, jamás menciona los pagos en Recope por “peligrosidad” por trabajar en las alturas, y vaya que están en las alturas las prebendas que gozan los empleados.
¿Es posible imaginar lo que tan ingeniosas mentes pedirían por peligrosidad si se desempeñaran como policías?
Los sindicalistas tampoco hablan de la pensión de los empleados de la Caja Costarricense de Seguro Social, para la cual estos no cotizan; es un régimen único, les otorgan siete salarios cuando se pensionan y la reciben de forma vitalicia
Tienen razón las cámaras empresariales cuando piden acabar con los “beneficios” de las convenciones colectivas, que tienden a ser más un vil saqueo de los recursos públicos que derechos laborales.
Tienen razón las cooperativas al declararse parte de la economía social, dinámica y generadora de empleo y riqueza repartida, pero únicamente entre sus miembros, y que generan excedentes, no utilidades.
Entonces, que nos expliquen la diferencia, porque cuando lo hacen ponen el ejemplo de la cooperativa de mujeres indígenas de Talamanca, nunca a la Cooperativa de Productores de Leche Dos Pinos ni a las enormes del sector financiero.
Tienen razón las universidades estatales, la educación es la base fundamental del ser humano; es la forma como los pueblos consiguen salir de la ignorancia y la pobreza, ¡claro que la educación debe ser fortalecida! No creo que haya quien se oponga, mas, si lo hubiera, tendríamos mil y una razones para callarlo. Diría el inmortal García Lorca: “Cuando en la lectura sepamos el valor de un punto y una coma, seremos libres”.
Lo que no se vale es que los recursos tan generosamente trasladados por el Estado (léase el sector privado por vía impuestos) a las universidades estatales se gaste en salarios fuera de lógica, en pensiones irritantes, en becas para familiares y en un sinfín de gollerías insultantes.
Tienen razón las zonas francas, generadoras de empleo de calidad para nuestra fuerza laboral, escudadas en que las inversiones golondrinas se mueven hacia donde el sol les caliente mejor.
Tiene razón la Corte Suprema de Justicia, ¿acaso osará alguien poner en duda la necesidad de una Corte sólida, imparcial, firme y justa, con las solemnidades que merece impartir justicia, aunque no sea ni pronta ni cumplida?
Me gustaría, eso sí, que el simple hecho de ser empleados del Poder Judicial no implique salarios cuya cuantía el sector privado mayoritario no pueda ni soñar, así como tampoco con las becas ni con los pagos por zonaje ni con los sobresueldos ni con las pensiones al cumplir 30 años de servicio, tomando para fijar el monto el último salario reportado, y tantos nis que los cansaría.
Tienen razón los ricos, solo a ellos les piden, y tienen razón los pobres, cada día lo son más, y, en fin, todos tienen razón. ¿Por qué habría de sacrificarme yo? En conclusión, sacrifiquémonos todos y salimos todos juntos del problema.
El autor es abogado y periodista.