Si en algún momento el mundo necesitó un recordatorio sobre la crucial importancia de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, es en la actual pandemia.
El coronavirus desconoce límites nacionales y factores como raza, religión, nacionalidad o política. Pero derrotar el virus es posible usando las fortalezas que nos brinda el respeto por los derechos humanos.
Consideremos la libertad de expresión. Compartimos información sobre la enfermedad y su propagación y encendemos la alarma sobre sus amenazas.
O pensemos en la libertad de religión o credo. Las personas buscan guía espiritual durante la pandemia. También, está el derecho de reunión pacífica y libre asociación. Organizamos esfuerzos para apoyar a los socorristas y trabajadores esenciales.
Debido a que nuestras vidas dependen de ello, esperamos que los líderes nos digan la verdad sobre los desafíos por venir y que acepten las críticas y el compromiso.
Sin estas libertades y la responsabilidad que conllevan, es imposible producir medicamentos para derrotar el virus o diseñar estrategias políticas y financieras apropiadas para recomponer las economías.
Los personeros que eligen proteger su poder por encima de la salud de su gente ponen en riesgo el futuro de su propia población.
Un futuro próspero luego de la pandemia es posible si, y solo si, los gobiernos están al servicio del público.
Los sistemas autoritarios, por el contrario, muestran sus debilidades en tiempos de crisis. Aquellos gobiernos que limitan la publicación de información vital o la colaboración ponen en peligro las vidas de su propia gente y las de personas en otras naciones.
Los gobiernos que utilizan la pandemia para reprimir la expresión religiosa suprimen una fuente de fortaleza personal y solidaridad social.
Censurar la comunicación de información de salud pública está contra el concepto mismo de derechos humanos.
La seguridad pública exige libertad y rendición de cuentas política. Sin esa rendición de cuentas, nuestras comunidades están en riesgo.
Democracias como Alemania y Estados Unidos han sido honestas sobre las sombrías estadísticas y las tácticas vigorosas usadas para luchar contra el virus.
Taiwán y Corea del Sur estuvieron dentro de los primeros en reportar infecciones fuera de Wuhan y, con rapidez, previnieron brotes desmedidos sin recurrir a la opresión o el temor.
Un sabio proverbio africano reza: “Si quieres avanzar rápido, camina solo. Si quieres llegar lejos, ve acompañado”.
Juntos superaremos esta crisis, reafirmando aquello que nos hace humanos y libres: la comunicación honesta y transparente, la colaboración creativa y la genuina responsabilidad para con nuestros seres queridos y comunidades.
La autora es embajadora de Estados Unidos.