Extender las alas para proteger a los niños

El Hospital Nacional de Niños recibió hace poco la distinción de institución benemérita de la patria. Es un buen momento para plantearse hacia dónde debe dirigirse esta institución, cosa que su directora deja plasmado en este texto.

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El 9 de setiembre fue un día con un brillo particular para el Hospital Nacional de Niños. Dos razones congregaron allí a un grupo de personas con sus corazones henchidos de emoción. La primera, celebrar el Día de la Niñez, junto con 243 pequeños héroes y heroínas que amanecieron ese día internados, luchando por su vida al lado de sus familias, acompañados de un complejo entramado hospitalario de personas, que también batallan por ofrecerles un mañana.

La segunda razón, de singular significado para los que amamos al Hospital, y las miles de historias maravillosas que se han gestado en este, fue la celebración de su declaratoria como Institución Benemérita de la Patria.

Una distinción de esa naturaleza tiene una enorme relevancia para nuestro centro, pues honra la memoria de su fundador, el Dr. Carlos Saénz Herrera, quién, inspirado en el dulce sueño de los niños, aquella noche del último de marzo de 1954, nos enseñó que “sereno el espíritu y emocionado el corazón” se emprenden grandes obras, que llegan a constituirse en el orgullo de una nación.

Trabajo conjunto. El benemeritazgo les pertenece también a miles de costarricenses que contribuyeron con su construcción y a muchos colaboradores, algunos de los cuales siguen haciendo el bien entre nosotros y otros que nos miran desde el cielo: profesionales de ciencias de las salud, personal administrativo, técnicos, asistentes, maestros, ingenieros, sacerdotes, benefactores y diversas organizaciones voluntarias que durante estas cinco décadas han entregado sus vidas con devoción al servicio de la niñez.

Esta distinción reviste una gran responsabilidad y compromiso para los protagonistas del presente. Tenemos claro nuestro valor fundamental por sobre todas las cosas: hoy, mañana y siempre, ¡primero los niños! Conocemos con certeza nuestra meta, sabemos hacia donde deseamos ir, queremos ser un hospital centrado en los pequeños y en sus familias. Aspiramos a brindar un servicio de primer mundo, porque tenemos retos de salud pediátrica de país desarrollado y porque nuestros menores, y los que serán sus descendientes, lo merecen.

Abrir las alas. Hay grandes desafíos por vencer, debemos dar la lucha sin cansarnos y mantener los ideales para lograr, como un primer paso y en un futuro próximo, edificar la torre de cuidado crítico. ¡No podemos esperar más!, la complejidad de la atención pediátrica moderna, dominada por afecciones graves del período perinatal, malformaciones congénitas, patología traumática y enfermedades crónicas, necesita no solo de personal altamente capacitado, de recursos tecnológicos de punta, sino, esencialmente, de espacio físico en donde la pediatría pueda florecer y dar sus frutos y en donde la familia que sufre por un niño enfermo se sienta cómoda y acogida como en un segundo hogar.

Soñamos con extender las alas para proteger a los niños desde el período prenatal y cobijar también a los adolescentes. Perseguimos la meta de continuar contribuyendo a la reducción de la mortalidad infantil, pero con retos adicionales como lo son el hacer desaparecer las inequidades geográficas de esta cifra existentes en el territorio nacional y lograr sobrevivientes de las afecciones del primer año de vida, libres de discapacidad.

Somos un hospital universitario con una fuerte tradición en docencia, hemos formado más de 500 pediatras y 300 subespecialistas pediátricos, y con su ayuda se ha construido, al amparo de la Caja Costarricense del Seguro Social, una red pediátrica extensa y robusta en el país, pero debemos crecer en excelencia, y para ello es necesario incrementar el rigor en la enseñanza, la producción en investigación científica, la sensibilidad para un trato más humano y fortalecer nuestros vínculos internacionales.

Aspiramos heredarle a la niñez un hospital fuerte, innovador, activo en investigación, vinculado con la comunidad, respetuoso con el medio ambiente, convincente en su enfoque preventivo, comprometido con la promoción de la salud, de alta especialización, pero que mantenga la esencia, la integralidad y el humanismo de la buena pediatría general.

En los días difíciles que atraviesa el país, el reconocimiento de estos logros –que empezaron a forjarse desde hace más de cinco décadas– y el compromiso de fortalecerlos y mejorarlos en los años por venir, deben ser elementos orientadores para escoger el camino por el que queremos que transiten nuestros pequeños ciudadanos en este país que los verá crecer.

La autora es la directora del Hospital Nacional de Niños.