Las últimas semanas han sido las más retadoras para Costa Rica desde el inicio de la pandemia. El sistema de salud se enfrenta a múltiples variables simultáneamente de una manera digna de asombro.
Dentro de los hospitales, el SARS-CoV-2 no cede terreno y algunos médicos describen lo que viven como algo peor de lo que la prensa logra reportar.
El gobierno intenta acelerar la vacunación. Mientras tanto, la covid-19 se propaga y, paralelamente, una crisis de salud mental en el personal sanitario, los pacientes y la población toma forma. La situación presenta un desafío enorme.
En marzo del año pasado, los estudiantes de Medicina colgaron su gabacha sin saber que sería la última vez en mucho tiempo. Un par de semanas después, 500 internos universitarios también se vieron forzados a retirarse de sus puestos en la CCSS.
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Tras varios meses en la banca, finalmente se autorizó el ingreso paulatino a algunos de los bloques requeridos para graduarse, no a todos; y ahora, de nuevo, tampoco habrá posibilidad en los que comienzan la próxima semana.
Los estudiantes de Medicina son considerados un riesgo epidémico, una posible vía para el virus de los hospitales a la comunidad. Después de varios meses sin noticias, el Cendeisss manifestó en una carta lo que puede resumirse en «más ayuda el que no estorba».
Con tanto en su plato, es posible que no fuera el momento para agregarle un reto logístico adicional a la organización encargada de combatir la pandemia; además, los estudiantes de Medicina no están vacunados porque la mayoría pertenece a grupos de bajo riesgo.
Se cometió el error de incluir a los estudiantes e internos en el último grupo de prioridad, con lo que invalidaron a priori su ayuda. Siguen esperando la vacuna, como esperando a Godot.
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Recurso necesario. El año pasado toda Europa tenía estudiantes en sus últimos años de carrera en el frente junto con sus docentes y futuros colegas. Los tiempos cambian y con ellos las circunstancias. Tristemente, desde que se envió aquella carta, las circunstancias son peores.
Los estudiantes avanzados de Medicina podrían aportar significativamente al manejo de la pandemia. Llevan años preparándose dentro de los hospitales. En los centros de salud, podrían relevar al personal o, por lo menos, apoyarlo. No hay necesidad de contratar médicos externos ni de prescindir de más recursos de la cuenta.
Fuera de los centros de salud también figura el cuerpo estudiantil, gran recurso humano para asistir en la campaña de vacunación, tanto en el esfuerzo logístico como en algunos lugares de vacunación actuales o futuros. Los estudiantes avanzados también serían de utilidad para la prevención de los problemas de salud mental, «la cuarta ola de la pandemia».
Independientemente del papel que desempeñen los médicos en la formación, la colaboración en el combate del coronavirus probará ser buena en el futuro, ya que esta no será la última pandemia del siglo XXI. Debe concebirse un plan para aceptar a internos y estudiantes avanzados voluntarios, como mínimo, en forma de prueba reversible.
De lo contrario, pronto empezaremos a ver otros efectos adversos de mantener a los estudiantes en la banca. Durante los próximos años, habrá menos médicos generales ejerciendo y en los posgrados de especialidad, producto del actual cuello de botella académico.
Se aprende en la práctica. Los médicos residentes con su posgrado congelado dará como resultado menos especialistas en unos años. Solo puedo especular sobre lo que implicará esta decisión a largo plazo y cuánto perjudicará a la próxima generación de galenos.
La educación virtual probó ser un desafío para todos, pero, lamentablemente, hay escasos sustitutos virtuales para pacientes. En Costa Rica y el resto del mundo nos hemos dado cuenta de que la atención de un paciente no se aprende pasivamente o por observación, sino al costado de las camas de hospital.
Si el gobierno no quiere la ayuda de los internos y estudiantes avanzados, eso está fuera de nuestro control, y solo espero que recuerden que existimos, que tenemos conocimiento y habilidades, que somos un recurso valioso y entrenado, y estamos dispuestos a ayudar.
El autor es estudiante de Medicina.