La isla, penal de San Lucas, pabellones dispersos. El sol apuñala a los visitantes en el rostro. Entre la arquitectura de los castigos se destaca una capilla. Lo que más aprieta el corazón es encontrarse a los presos enjaulados, como en el zoológico. Uno de ellos se llama Beltrán Cortés, el que mató al Dr. Ricardo Moreno Cañas, médico de los pobres que pasó a la memoria popular.
Beltrán es conversador, habla con todo el que se le aproxima, pero en su voz insistente no se refiere a Moreno Cañas, sino que habla sobre cualquier cosa y acaba injuriando a otro compañero de infortunio. Una acotación de paso: entre las hipótesis sobre aquel crimen, una de ellas apunta a motivos políticos. De pronto se altera y exclama: “Ese hijo de puta quiere enseñarnos a leer. ¿Cómo se le ocurre?”.
El tal por cual es José León Sánchez, a quien le conté esta anécdota durante el homenaje que con justicia le rindió la Editorial Costa Rica el Día del Escritor. Se rió de buena gana.
Yo era muy joven, apenas estrenando adolescencia, cuando escuché esta andanada. Me había sumado a una excursión a Puntarenas y a San Lucas organizada por los vecinos del barrio La Agonía de Alajuela.
A veces el turismo atiza rincones obscenos del alma. En este caso, aparte de la inmoralidad de visitar nosotros y de permitir el penal las visitas turísticas, lo inesperado fue aquel exabrupto de Cortés. El hombre no percibió que con su burla elogiaba al compañero de prisión.
Valor de la lectura. Lo fascinante de la visita fue ver a José León, no en un calabozo, sino rodeado de libros. A puro músculo, logró formar una biblioteca en el penal, y ahí estaba él resguardando el tesoro y enseñando a leer a quienes lo aceptaran. No solo eso: también conversaba sobre novelas con los visitantes en un tono coloquial y agradable, según lo recuerdo aún.
Mencionó a Dostoyevsky, en particular Crimen y castigo y Los hermanos Karamazov. Tenía a mano varios ejemplares de La isla de los hombres solos, en edición mimeografiada. La excelente entrevista que le hizo Natalia Díaz en un video de La Nación da un vistazo a facetas de su vida.
Me atrevo a pensar que Beltrán Cortés no entendió que la lectura y la escritura le habrían ayudado a salvarse de la angustia. Muchos años después, ya cumplida la condena, lo vi vendiendo lotería por el mercado, en Alajuela. Más que una frase, Cortés lanzó una condena: por querer enseñar a leer, por abrir la mente a los textos, un autor es un tal por cual.
José León Sánchez siguió su propia inspiración y, con mucha tinta y esfuerzo, desarrolló el talento de escritor.
El autor es escritor.