Me llamó la atención que durante el debate presidencial sobre el bicentenario, organizado por la Uccaep, dos candidatos hablaron del canal seco entre Parismina y Bahía Salinas como una de las salvaciones de la economía nacional, sin explicar los bemoles.
El canal seco es ciertamente un interesante proyecto, pero para un futuro no cercano, y eso si llegara a determinarse su viabilidad. En primer lugar, es una inversión grande y compleja por las facilidades que habría que darle al concesionario, a lo mejor con roces constitucionales, y requiere estudios profundos. La construcción difícilmente empezaría antes de unos 10 años.
Recordemos que estamos en Costa Rica, donde todo se complica en demasía. Lo sé por experiencia, pues, como embajador en El Salvador del 2014 al 2017, me empeñé en sacar adelante el ferri centroamericano de Cutuco a Caldera. No fue posible ni lo ha sido después de mi retiro del cargo por culpa de Costa Rica, su tramitomanía, los intereses creados y, me atrevo a decirlo, por la incapacidad para modernizar Caldera, a la que la Contraloría le puso candado hace poco.
En Costa Rica siempre habrá una razón para oponerse al progreso. No abogo por brincarse las leyes, pero hay formas de hacer las cosas bien, como me explicó una vez el excontralor Rafael Ángel Chinchilla.
El canal de Panamá no está feneciendo, como aseveró uno de los candidatos. Por otro lado, México, Honduras y Guatemala plantean canales secos, con ventajas y desventajas según los estudios de prefactibilidad. Léase bien: de prefactibilidad.
El de Guatemala le lleva años adelante a Costa Rica, y le está costando financiarse. El de Honduras existe, pero es rudimentario. Deben mejorarlo y dejar de pensar en un puerto en el Pacífico para pensar en Cutuco, que queda a una hora de El Amatillo, en la frontera con El Salvador. No pierdo el tiempo en mencionar el proyecto chino en Nicaragua.
Plantear el canal seco a la ciudadanía de Costa Rica como si fuera el paraíso en el otro mundo no es correcto. Es una forma de manipulación, de jugar con la angustia por sobrevivir en estos tiempos difíciles y abusar de la libertad de expresión que brinda la democracia.
Es un proyecto lejano, y para que provea empleos a la gente más necesitada en lugares vulnerables no es una solución a corto plazo. Plantear la posibilidad de un canal seco tiene mérito, pero presentarlo como un hecho y una de las formas de vencer el desempleo en el próximo período presidencial es incorrecto.
Quizás quienes lo promueven, con diez carriles para el traslado de furgones, según se manifestó en el debate, son inexpertos. Conviene contar con funcionarios jóvenes como viceministros, pero los ministros deben estar en la mediana edad y bien formados. Así, se garantiza madurez en la jerarquía y la transferencia de conocimiento.
El autor es exviceministro y exsubdirector de Ofiplán.