El pasado viernes 23 de enero, el Ministerio de Cultura y Juventud anunció a los ganadores de los premios nacionales correspondientes al año 2014, y, entre los galardonados, figuró el importante libro de Georges García, Formación de la clase media en Costa Rica , al que se adjudicó el Premio Aquileo J. Echeverría en Historia.
Sin duda, el premio es más que merecido por la originalidad y la calidad de la obra de García, y por su importancia para comprender diversos aspectos de la Costa Rica actual. De ser este el último premio nacional de Historia, se podría afirmar que el ciclo cumplido por este galardón, desde que fue creado en la década de 1960, se cerró con broche de oro.
Ahora bien, el punto principal aquí es precisamente ese: ¿debió cerrarse ese ciclo con la eliminación del premio nacional de Historia en la nueva Ley de Premios Nacionales?
Ciencias sociales. Reconozco que, en el pasado, propuse que el premio nacional de Historia fuera convertido en un premio nacional de Ciencias Sociales, ya que, por un lado, siempre he considerado injusto que los colegas de otras disciplinas afines carezcan de un reconocimiento de este tipo, pese a la relevancia de sus aportes para el conocimiento y el desarrollo del país.
Y, por otro lado, opino que los historiadores costarricenses –aun con las específicas limitaciones de su quehacer– están en capacidad de competir, en términos de originalidad, pertinencia y rigor académico, con los especialistas de las otras ciencias sociales.
Aunque mi posición no ha variado, creo que fue un gravísimo error de las autoridades del Ministerio de Cultura, durante el pasado gobierno del Partido Liberación Nacional, y de los diputados de entonces (en particular, de los liberacionistas) eliminar el premio nacional de Historia y sustituirlo por el premio nacional “Luis Ferrero Acosta” de Investigación Cultural. Como su propio nombre lo indica, toda obra que no se relacione con lo cultural no podría optar por este premio.
En razón del carácter temáticamente restrictivo del nuevo premio, sería muy oportuno que las actuales autoridades del Ministerio de Cultura, con el apoyo decidido de la Presidencia de la República, impulsen una reforma a la Ley de Premios Nacionales para que se establezca un premio nacional de Ciencias Sociales como un premio Aquileo J. Echeverría, ya sea como un premio más o en sustitución del nuevo premio “Luis Ferrero Acosta”.
Rectificación. De no existir consenso para crear ese premio nacional de Ciencias Sociales, se debería, al menos, impulsar el restablecimiento, a la mayor brevedad posible, del premio nacional de Historia, siempre como un Premio Aquileo J. Echeverría.
Por su propia formación, tanto la señora ministra de Cultura, Elizabeth Fonseca, como el señor presidente de la República, Luis Guillermo Solís, saben cuán importante es conocer el pasado para comprender el presente. Evidentemente, esto lo ignoraban quienes los precedieron en sus actuales puestos y, por eso, no les importó eliminar el premio nacional de Historia.
Doña Elizabeth y don Luis Guillermo tienen la posibilidad de rectificar uno de los mayores desaciertos impulsados por el Partido Liberación Nacional, en los últimos años, en el campo de la cultura y de la memoria histórica. Si se deciden a hacer esa rectificación, ojalá encuentren en los actuales diputados liberacionistas la sensibilidad histórica que debería tener todo político que se precie de representar al mismo partido al que una vez perteneció Rodrigo Facio.