Desde hace unos nueve meses, la campana del reloj de la iglesia de la Inmaculada Concepción, en la parroquia de Heredia, dejó de escucharse y su tañido, así como sus agujas, dejaron de marcar, en la Ciudad de las Flores, el paso del inexorable tiempo…
Las causas las desconocemos, pero en la torre donde se encuentra el reloj, en el costado oeste, bajo la carátula a mano derecha, crece un frondoso y sano árbol o arbusto, cuyas raíces irán abriendo paso no solamente a ellas, sino a las inclemencias climáticas, que deteriorarán, aún más, la torre, como lo harán, posiblemente, también, los otros ejemplares de esta especie u otras, que crecen en este histórico edificio, el cual se encuentra en una situación muy lamentable desde el punto de vista arquitectónico.
Este es el tercer reloj que en el transcurso del tiempo ha tenido la parroquia. Fue traído de Inglaterra por Lyon & Cox, representantes de William Le Lacheur & Son, de Londres, por acuerdo del Concejo Municipal de Heredia del 3 de setiembre de 1896. Llegó a Limón, un año después. La máquina y la campana fueron hechas por Gillett and Johnston Manufactures, de Groydon, Inglaterra. Es decir, el reloj tiene 120 años.
Como la iglesia de la Inmaculada Concepción era el edificio más adecuado para colocar el nuevo reloj público de Heredia, por su altura, la Municipalidad decidió ubicarlo ahí, pero, por diferencias con el sacerdote de turno, estuvo a punto de ser instalado en el Fortín. El conflicto se resolvió al fin el 2 de abril de 1899, y el reloj quedó en el lugar donde se encuentra.
Lamentablemente, dejó de funcionar y, desdichadamente, el repique de su campana pasó a ser nada más que un hermoso recuerdo en Heredia.
Como en Londres. Hemos visto como desde el 21 de agosto de este año, por la restauración del emblemático Big Ben (reloj del Parlamento británico), que durará cuatro años, muchos londinenses han protestado, pues el reloj debió ser detenido por los decibeles de su gran campana, que podían generar molestias auditivas a los trabajadores; no obstante, el mecanismo del reloj, por un sistema eléctrico de sustitución, estará funcionando y una de sus carátulas seguirá marcando las horas.
En la torre de la parroquia de Heredia, el reloj se detuvo totalmente, y al igual que en Londres, muchos heredianos añoramos el sonido de su campana que marcaba las horas; extrañamos el reloj que palpitaba porque es como el corazón de la ciudad.
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Por ello, respetuosa, pero vehementemente, exigimos a las autoridades hacer todo lo posible para que el reloj público de Heredia vuelva a funcionar y se procure lo más pronto posible la restauración arquitectónica de nuestra amada reliquia, la iglesia de la Inmaculada Concepción de Heredia, herencia de nuestros antepasados, venerada en el presente y legado para las futuras generaciones.
¿Por quién repica la campana del reloj de Heredia? Haciendo una alegoría de la meditación XVII de las Devociones en ocasiones emergentes, de John Donne: “La muerte de cualquier hombre me disminuye porque estoy ligado a la humanidad; por consiguiente, nunca hagas preguntar por quién doblan las campanas: doblan por ti”.
Podremos decir de la campana del reloj público de la parroquia de Heredia: “Nunca hagas preguntar por quién repica la campana: repica por ti”.