“¿Qué dijo el Papa de las situaciones de las personas divorciadas y de las parejas del mismo sexo?”, me consultó un periodista que trataba de poner en orden sus notas. Sin pensarlo mucho contesté: “Dijo, pero dijo mucho más”. Las reflexiones del Santo Padre sobre los sínodos de la familia contienen una riqueza que supera en mucho temas puntuales de la agenda noticiosa mundial; que, en todo caso, se sacude cada vez que el Papa habla.
En efecto, católicos, no católicos, y hasta no creyentes de todo el mundo están atentos a escuchar cada cosa que el Santo Padre dice. Hablar de temas relevantes sin ambages, de forma sencilla y directa, y desde una posición más pastoral-vivencial que doctrinal-legal, ha sido crucial para que el mensaje del pontífice genere muchas expectativas, “venza resistencias” sin grandes esfuerzos y llegue de forma natural a tanta gente.
En este sentido, la exhortación apostólica possinodal Amoris laetitia (la alegría del amor), sobre el amor en la familia, no ha sido la excepción. El texto está compuesto por 9 capítulos, 325 numerales y 391 citas (Jorge Luis Borges, Octavio Paz, Mario Benedetti, Erich Fromm y Martin Luther King destacan entre los “compañeros de viaje” del Santo Padre).
Las 264 páginas en las que se desarrollan las reflexiones del Papa en torno a los sínodos de los obispos sobre la familia, que tuvieron lugar en el 2014 y el 2015, han sido publicados en italiano, español, inglés, portugués, francés y alemán.
Guía pastoral. Desde el inicio, el Santo Padre deja entrever que sus reflexiones se ubican en un “justo medio”, entre “los debates que se dan en los medios de comunicación o en publicaciones, y aun entre ministros de la Iglesia, que van desde un deseo desenfrenado de cambiar todo sin suficiente reflexión o fundamentación, a la actitud de pretender resolver todo aplicando normativas generales o derivando conclusiones excesivas de algunas reflexiones teológicas”.
Por ello no extraña que, independientemente de una muy positiva aceptación general, el texto haya recibido críticas tanto de sectores que anhelaban cambios glaciares, como de esos que pretendían reafirmaciones absolutas.
Al mejor estilo del papa Francisco, Amoritis laetitia se presenta como una “guía pastoral”, que, más allá de situaciones particulares, busca abrir las puertas de la Iglesia a todos a partir de una profunda y sana comprensión de la misericordia que emana del corazón del Padre Eterno.
Para ello, el Papa apela a tres principios que deberían iluminar el proceder de una comunidad católica (clérigos y laicos) que busque acoger a todos sus hijos con amor: la centralidad de la conciencia, la necesidad del acompañamiento y el destierro del juzgamiento.
El texto abunda en ejemplos de situaciones en las que el Papa solicita aplicar estos principios para desarrollar “nuevos caminos pastorales”, siempre a la luz del Evangelio.
Así, el Santo Padre pide a la Iglesia comprender la realidad social y cultural que viven las familias y sus miembros, y evitar encasillar a las personas y juzgarlas sin comprender a fondo su situación.
En palabras del Papa, “el camino de la Iglesia desde el Concilio de Jerusalén en adelante, es siempre el camino de Jesús, el de la misericordia y de la integración (…). El camino de la Iglesia es el de no condenar a nadie para siempre y difundir la misericordia de Dios a todas las personas que la piden con corazón sincero (…). Porque la caridad verdadera siempre es inmerecida, incondicional y gratuita. Entonces, hay que evitar los juicios que no toman en cuenta la complejidad de las diversas situaciones, y hay que estar atentos al modo en que las personas viven y sufren a causa de su condición”.
Conciencia. En este sentido, el Pontífice resalta la importancia de la conciencia en la toma de decisiones de índole moral.
“Nos cuesta dejar espacio a la conciencia de los fieles, que muchas veces responden lo mejor posible al Evangelio en medio de sus límites y pueden desarrollar su propio discernimiento ante situaciones donde se rompen todos los esquemas”.
“Hay que alentar la maduración de una conciencia iluminada, formada y acompañada por el discernimiento responsable y serio del pastor”, dice.
De esta forma, el papa Francisco llama a la Iglesia “a formar conciencias (…) no a pretender sustituirlas”, e indica que “un pastor no puede sentirse satisfecho solo aplicando leyes morales a quienes viven en situaciones irregulares, como si fueran rocas que se lanzan sobre la vida de las personas”.
Afirma: “Por creer que todo es blanco y negro a veces cerramos el camino de la gracia y del crecimiento, y desalentamos caminos de santificación que dan gloria a Dios”.
Es bajo esta óptica que la exhortación trata el tema de los católicos divorciados y vueltos a casar, para quienes pide comprensión, consejo y un cercanísimo acompañamiento pastoral, de forma tal que sientan y vivan a plenitud su experiencia como parte de la Iglesia.
De igual forma, y aunque descarta de forma tajante el matrimonio de personas del mismo sexo, pide respeto, “evitar todo signo de discriminación injusta” y guía y acompañamiento pastoral para personas de la comunidad LGBT.
Guía y acompañamiento pastoral es igualmente la petición central que hace el Santo Padre para tratar las vicisitudes que enfrentan a diario los matrimonios entre católicos y personas no creyentes o de otras religiones, las familias uniparentales y, desde luego, las familias nucleares en general.
Matrimonios. En este sentido, el acompañamiento y la iluminación pastoral son centrales para ayudar a las familias a enfrentar los retos que supone el matrimonio (que califica como “un camino dinámico de desarrollo y realización” y no como un “ideal teológico”), la preparación prematrimonial, la sexualidad, las relaciones con los suegros y la dinámica de la familia ampliada y, especialmente, la procreación, la paternidad responsable y el cuidado y la educación de los hijos; que, en palabras del Papa, “no son un derecho, sino un don”, cuyas vidas deben ser protegidas por las familias “en todas sus etapas”.
Sin renunciar al ideal que suponen los matrimonios plenos y consolidados, con Amoris laetitia el papa Francisco nos presenta una guía pastoral cargada de realismo.
Fiel a su estilo, la exhortación está escrita en “clave de misericordia” en la que pide a la Iglesia aplicar principios fundamentales como la centralidad de la conciencia, la necesidad del acompañamiento y el destierro del juzgamiento, al implementar su propuesta de “nuevos caminos pastorales”.
El énfasis está en el amor y no en los grandes cambios doctrinales; pues es a partir de vivir y entender la alegría del amor que el Santo Padre propone seguir construyendo esa gran “familia de familias” que es la Iglesia.
Estoy convencido de que todos aquellos que valoren a su familia encontrarán luz y consuelo al leerla.
El autor es politólogo.