La generación eléctrica con combustibles fósiles en los últimos años está estrechamente relacionada con fenómenos climáticos como El Niño (también conocido como ENOS), el cual produce temperaturas más cálidas en la superficie del océano Pacífico tropical e incide en el clima global.
El Niño ocurre cada dos a siete años y sus consecuencias varían. Las aguas del Pacífico oriental pueden alcanzar hasta 4 grados Celsius más de lo normal.
El 14 de julio, la Universidad de Costa Rica (UCR) publicó en su página web el boletín titulado “Con datos, Costa Rica enfrenta los efectos de El Niño y La Niña”, donde se hace énfasis en que, ante un fenómeno climático inevitable como es El Niño, la información y la prevención son esenciales para disminuir los efectos negativos.
Es conocido que este evento posee condiciones diferentes en las diversas zonas del país. En el Caribe se incrementan las lluvias, mientras que en el Pacífico y el Valle Central disminuyen.
El país cuenta con experiencia y conocimiento sobre el fenómeno de El Niño. De hecho, en la Comisión Técnica Nacional Fenómeno ENOS (Coenos) participan representantes de los sectores público, privado, académico y civil, responsables de coordinar y velar por la reducción de los impactos de El Niño.
Precisamente por ese conocimiento y experiencia, las alertas tempranas debieron conducir en junio del 2023 a la activación de los protocolos preventivos para la generación en el Sistema Eléctrico Nacional, con el objetivo de minimizar y neutralizar, en lo posible, las consecuencias de la reducción de los caudales en las cuencas que suministran recursos para la producción hidroeléctrica.
Durante eventos anteriores, se promovió la compra de energía en el Mercado Eléctrico Regional (MER), no solo en la época seca, sino también en la lluviosa, con el fin de conservar el nivel de los embalses y aportar mayor generación en la estación seca.
Por ejemplo, según el informe del Centro Nacional de Control de Energía (Cence) del año 2015 —año en que también se experimentó El Niño—, el embalse Arenal comenzó con 544 metros sobre el nivel del mar (msnm) y alcanzó el nivel más bajo de 540 msnm.
Mientras que en el informe mensual de la División de Operación y Control del Sistema Eléctrico (Docse), del año 2023, el Arenal empezó con 541,1 msnm y alcanzó su punto más bajo en junio, con 432,74 msnm. En diciembre, el nivel del embalse se recuperó y registraba 538,01 msnm, casi seis metros menos que lo alcanzado en el 2015 para enfrentar la época seca, en un año con efectos del fenómeno de El Niño como en este 2024.
La gestión del recurso hídrico en un país donde más del 70 % de la electricidad proviene de plantas hidroeléctricas es fundamental, más aún si se toma en consideración la incidencia de los fenómenos climáticos que alteran la disponibilidad del recurso.
Los esfuerzos planteados en la directriz emitida el 15 de enero por el Poder Ejecutivo (031-Minae), con miras a aumentar la capacidad instalada con plantas renovables nuevas o existentes y con iniciativas de manejo de la demanda eléctrica para evitar los picos de consumo eléctrico en las horas de mayor demanda, proyectos de eficiencia energética y tarifas horarias que promuevan el desplazamiento de la demanda, parecen insuficientes e inoportunos en vista de la urgencia y las consecuencias reales del fenómeno de El Niño.
La puesta en operación de una planta nueva toma años; la contratación de plantas existentes bajo el capítulo I de la Ley 7200, meses; además, definir y aprobar nuevas tarifas horarias le toma meses a la Aresep, al igual que toda campaña de ahorro y eficiencia energética.
Para minimizar los efectos de una sequía, producto del fenómeno de El Niño del verano pasado y el próximo, la directriz debió emitirse en el momento en que se dio la alerta, en junio del 2023. Y la operación del embalse Arenal debió ser más estratégica para evitar que los niveles llegaran a ser tan bajos, lo cual impidió una gestión óptima durante la época seca.
La operación con combustibles fósiles es parte de nuestra combinación de fuentes de energía, pues mientras la tecnología de almacenamiento con baterías siga siendo cara, los embalses seguirán siendo nuestra opción para enfrentar los veranos. La generación térmica, por tanto, sería la alternativa cuando las demás fuentes renovables no sean suficientes para abastecer la demanda nacional.
Minimizar las variaciones causadas por el fenómeno de El Niño en el sector eléctrico implica un manejo estratégico de todos los recursos disponibles, el hídrico principalmente, pero también se debe aprovechar al máximo las oportunidades que brinda el MER para adquirir energía a buen precio durante la época lluviosa, mientras se recuperan nuestros embalses, almacenamos agua para la época seca y desarrollamos al máximo la capacidad de energía eólica y biomasa en los veranos para mitigar con estas fuentes la disminución del recurso hídrico.
Pronosticar, planificar y prever son tres acciones que no podemos olvidar en un país donde dependemos del recurso hídrico para nuestras actividades, y este es sumamente vulnerable a la variabilidad y al cambio climático.
La autora es ingeniera, experta en energías renovables y socia de la firma Boreal Consultoras.