El 9 de setiembre se celebró el natalicio de uno de los máximos representantes, en el siglo XX, del pensamiento católico liberal que iniciara Santo Tomás de Aquino en la Edad Media y que representara el inglés lord Acton en el siglo XIX.
Escritor, filósofo y diplomático estadounidense de origen eslovaco, nació el 9 de setiembre de 1933 en Johnstown, Pennsylvania. En 1956 obtuvo un bachillerato en Filosofía ( summa cum laude ) del Stone Hill College. En 1958 se graduó de Teología en la Pontificia Universidad Gregoriana de Roma.
En 1966, obtuvo la maestría en historia y filosofía de las religiones en la Universidad de Harvard y en 1983 fue distinguido con un doctorado honoris causa por la Universidad Francisco Marroquín de Guatemala. En 1994, recibió el premio Templeton para el Progreso en Religión.
Su obra trata de construir una síntesis entre el liberalismo clásico de John Locke y Adam Smith y la doctrina social de la Iglesia católica. En vez de conceptos como economía social de mercado o economía de libre mercado, prefiere utilizar el de capitalismo democrático, el cual promueve dándole una agenda de responsabilidad, solidaridad y guerra contra la pobreza.
Al respecto escribió, en The Hemisphere of Liberty: “Nuestros colegas alemanes se refieren a la economía creativa como economía social de mercado. Otros prefieren hablar de economía libre. Para mí, al subrayar el carácter creativo, inventivo y empresarial de la nueva economía y para tener una alternativa útil al socialismo democrático y a la socialdemocracia, prefiero hablar de capitalismo democrático. De todos modos, el nombre que uno use no es tan importante” .
Sus fuentes de inspiración se remontan hasta Aristóteles, Jesús de Nazareth, Santo Tomás de Aquino, John Locke, Adam Smith, Max Weber y, más recientemente, los ordoliberales de la escuela alemana de Friburgo, tratando de reconciliar los valores de libertad con los de justicia, solidaridad y bien común. Yo me atrevería a ubicar a Michael Novak como ordoliberal tardío y estadounidense.
Como diplomático y con el rango de embajador, condujo la delegación de los Estados Unidos de América a la reunión de expertos en la Conferencia de Seguridad y Cooperación europea que tuvo lugar en Berna, Suiza.
También en 1981 y 1982 dirigió la delegación estadounidense ante la Comisión de Derechos Humanos de las Naciones Unidas que se realizó en Ginebra.
Fue profesor en Harvard, Stanford, Syracuse y Notre Dame. Asimismo, titular de la cátedra George Frederick Jewett Chair en religión y política pública en el American Enterprise Institute en Washington, D.C.
Allí tuve el gusto de visitarle y conocerle personalmente en su despacho. Lo percibí más teólogo que filósofo y más filósofo que diplomático.
Novack fue autor de más de 25 libros sobre filosofía, teología, política, economía y cultura. Algunas de sus obras más resonadas son: La ética católica y el espíritu del capitalismo (1993); Personas libres y bien común (1988); Este hemisferio de libertad. Una filosofía de las Américas (1990); El espíritu del capitalismo democrático (1982); Discusiones sobre Teología de la liberación, ¿en verdad liberará? (1988); Raíces evangélicas del capitalismo democrático (1989); El pensamiento social católico y las instituciones liberales (1992).
Libertad trinitaria. Dice, en The Hemisphere of Liberty, que las lecciones del siglo XX nos enseñaron que “la libertad es de hecho, trinitaria. Tiene tres partes iguales: libertad política, libertad económica y libertad moral y cultural. La libertad política requiere de la libertad económica. Y esas dos libertades requieren de libertad moral y cultural (…). El Dios que nos hizo, nos hizo libres (…) moralmente, políticamente y económicamente libres.
”Una de esas libertades sin las otras es insuficiente. Es insuficiente no solamente en sí misma, pero también como protección de las otras dos. Cada una de las tres libertades necesita de las otras dos para su propia supervivencia”.
Según Michael Novak, el pensamiento católico liberal tiene una larga tradición que incluye, entre otros, a Santo Tomás de Aquino, Roberto Belarmino, la escuela de Salamanca, Alexis de Tocqueville y lord Acton.
Entre los más recientes exponentes están Luigi Sturzo, Jacques Maritain, el canciller Konrad Adenauer y su ministro de Economía, Ludwig Erhard. De manera que el llamado milagro económico alemán fue parte de dicha tradición.
Con evidente influencia de Max Weber escribió su libro titulado La ética católica y el espíritu del capitalismo . Allí destaca un renacimiento de la libertad a partir de la caída del Muro de Berlín y el colapso del socialismo soviético y promueve las ideas del papa Juan Pablo II en su Encíclica centésimus annus, publicada en 1989. Al respecto, cita sobre el tema del dilema entre comunismo y capitalismo del siguiente modo:
“¿Se puede decir, quizá, que después del fracaso del comunismo, el sistema vencedor sea el capitalismo, y que hacia él estén dirigidos los esfuerzos de los países que tratan de reconstruir su economía y su sociedad? ¿Es quizá este el modelo que es necesario proponer a los países del tercer mundo que buscan la vía del verdadero progreso económico y civil?
”Si por capitalismo se entiende un sistema económico que reconoce el papel fundamental y positivo de la empresa, del mercado, de la propiedad privada y de la consiguiente responsabilidad para con los medios de producción, de la libre creatividad humana en el sector de la economía, la respuesta ciertamente es positiva, aunque quizá sería más apropiado hablar de ‘economía de empresa’, ‘economía de mercado’ o simplemente de ‘economía libre’”.
Al final de su obra opta por los pobres con las siguientes palabras: “En lo personal tengo la esperanza de que los pobres de Europa Oriental y América Latina acaben sumándose muy pronto a otros pueblos que antes fueron pobres –como Corea del Sur, Taiwán, Singapur, Hong Kong y así sucesivamente– y que han demostrado que la pobreza no es una condición inmutable.
”Es posible crear nueva riqueza. Son los propios seres humanos la principal causa de la riqueza de las naciones. La creatividad humana es el recurso fundamental de la naturaleza. Suprimir los controles institucionales que ahora sofocan esa creatividad es la tarea enorme a la que hoy nos llama la ética católica (y universal)” ( La ética católica y el espíritu del capitalismo ).
Óscar Álvarez es politólogo.