Las últimas informaciones periodísticas sobre los supuestos abusos de los médicos en la CCSS hablan de la pertinencia de hacer un alto y reflexionar sobre el aporte del cuerpo médico en la seguridad social. En primer lugar, debe destacarse que es injusto generalizar las prácticas viciadas de un pequeño grupo de estos, pues la inmensa mayoría de los médicos que trabajan para la institución son profesionales comprometidos con los pacientes y la CCSS.
La institución cuenta con más de 1.000 Ebáis, donde laboran un equipo básico de atención y un médico. Casi la totalidad de estos médicos ganan salarios normales y realizan un trabajo de atención y promoción de la salud encomiable. Soy testigo de las vicisitudes que pasan para brindar atención médica a poblaciones que habitan lugares insondables, algunos inhóspitos y muchas veces con el barro a las rodillas. Los funcionarios del Ebáis de Grano de Oro en Turrialba para visitar la población de Ñari o Xuquebachari deben caminar hasta 2 días y 6 horas para llegar a la comunidad de Sitio Gilda, frente a los crestones del Chirripó.
En otro caso, el área de salud de Golfito atiende poblaciones ubicadas en el extremo de Punta Burica; para ello, el equipo de salud debe desplazarse en vehículo de doble tracción, luego a caballo, después en lancha sorteando las mareas, cargando su logística a pie para llegar a los sitios más remotos de nuestro país. Igual sucede en Buenos Aires de Osa y toda la península del mismo nombre. El Dr. Guillermo Cubillo, del área de salud de Talamanca, para visitar las poblaciones al otro lado del río Telire debe recorrer largas distancias en bote, a caballo, en bicicleta y a pie. Comunidades como Seteque, Alta Talamanca, Catsi, Gavilány Delta del río Sixaola dan ejemplo del extraordinario compromiso de los médicos con la CCSS y los asegurados más vulnerables.
Atender estas comunidades requiere de largas caminatas, condiciones logísticas difíciles y mucho deseos de partirse el alma. No en vano el Dr. Pablo Ortiz ha ganado varios premios internacionales por la excelente labor de su equipo en la atención de los indígenas que trassitan entre Panamá y Costa Rica.
Lo mismo en los hospitales, donde la mayoría de médicos con el respaldo del personal de apoyo realizan la monumental tarea de salvar la vida de miles de pacientes que son atendidos en emergencias, en cuidados intensivos, en las salas de operaciones y en los salones hospitalarios. A ellos los vemos en horas de la madrugada luchando por la vida de un paciente en jornadas extenuantes.
Los vemos en los programas de cuidados paliativos, junto a sus colaboradores brindando al paciente y sus familias la asistencia y el apoyo hasta el último aliento, de eso son testigos miles de familias costarricenses.
Qué decir de la insigne labor de la Dra. Lilia Uribe, siquiatra del Hospital Nacional Siquiátrico, que con el esfuerzo de años ha revolucionado la atención de los enfermos mentales, ocupando sus mentes en actividades productivas e integrándolos a la sociedad a través del trabajo y el estudio. La cooperativa de pacientes con enfermedad mental recién fundada, es quizá la primera en su género en América Latina.
Es claro que con todas las debilidades y entuertos que se le pueden señalar a la CCSS, Costa Rica brinda una seguridad social de país desarrollado. ¿Que hay mucho que mejorar y ordenar? Es cierto, pero el cuerpo médico ha hecho un aporte indiscutible en los indicadores de salud que ostentamos a nivel internacional.
El médico debe ganar bien, muy bien y merece un ingreso y calidad de vida acorde con el su esfuerzo de tantos años de estudio y el aporte cotidiano los costarricenses. Es pertinente discutir y consensuar una nueva estructura salarial para los médicos, que incluya el pago de la prohibición, con el objeto de que se dediquen exclusivamente a prestar sus servicios a la CCSS. En que ganen salarios dignos estamos absolutamente de acuerdo, pero además es claro que el prestigio del honorable cuerpo médico está seriamente lesionado por las prácticas viciadas de un pequeño grupúsculo de mercaderes de la enfermedad, que laboran para la CCSS y que siendo pequeño mancha al conjunto del gremio.
Médicos y mercaderes de la enfermedad. Hablar claro nos cuesta a los costarricenses. Ciertamente el tema de la corrupción permea todos los niveles de la sociedad. Tenemos el ejemplo de la trocha, el caso Caja- Fischel, el crédito español y tantos otros de ingrata memoria.
Los mercaderes de la enfermedad son aquellos médicos que lucran con la enfermedad de los pacientes. Los mismos que en horario de la Caja, pagados por la Caja, dejan sus labores para ir a atender sus consultorios privados, a operar en hospitales privados; los biomberos que atienden en sus consultorios privados le cobran al paciente y lo operan en la propia Caja con los recursos de la institución; los que incluso se atreven a sacar equipo de la institución para labores privadas; algunos cobran las guardias que no trabajan y otros no atienden la disponibilidad, pero las cobran. Sin embargo, no se vale generalizar y echar en un mismo saco a todos, porque lo cierto es que la gran mayoría merece nuestro respeto.
Y sobre este particular el Colegio de Médicos y Cirujanos de Costa Rica ha guardado silencio, lo mismo que los sindicatos y muchos que se rasgan las vestiduras en defensa de la seguridad social, pero la realidad es que la práctica de los mercaderes de la enfermedad provoca deterioro de los servicios de la Caja y promueven sutilmente la privatización de la medicina.
Mi más sincero respeto y admiración al cuerpo médico nacional, a los trabajadores de la Caja Costarricense de Seguro Social y a todos aquellos que, con su esfuerzo y compromiso diario, hacen posible que contemos con una seguridad social equitativa, solidaria y universal.
José Luis Loría Chaves. Representante cooperativo en la Junta Directiva de la CCSS