El estadista

En la década de los 70, nuestros políticos perdieron el rumbo

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En la década de los 70 nuestros políticos –seducidos por la nueva moda– jugaron de socialistas y perdieron el rumbo; el avance logrado antes se detuvo. Ocurrencias como el Estado empresario dejaron enormes pérdidas y al país endeudado; en nuestra relación con Estados Unidos durante la Guerra Fría pudo más la soberbia que el análisis sereno.

Los errores políticos dañaron severamente nuestra economía, fue como estropear el motor de la nave del país, tirar la brújula al agua para estar a la deriva en la década de los 80.

Al finalizar la década de los 60, Corea del Sur, Taiwán, Singapur y Hong Kong tenían un desarrollo similar al nuestro; sin embargo, en menos de 30 años alcanzaron el nivel de países del primer mundo.

La Guerra Fría, las alzas del petróleo, los conflictos bélicos, la corrupción, etc., no fueron impedimento para convertirse en los tigres de Asia. Costa Rica, además de perder el rumbo en los 70, ha tenido por casi 40 años gobernantes de correntada, comprometidos solo con su partido o con ellos mismos.

No es cuestión solo de escoger el candidato con más títulos, que domina otros idiomas, que habla más bonito, etc., no se trata de jugar de intelectual, ser candil de la calle y oscuridad en la casa. Así jamás seremos el manigordo de América.

Elementos vitales. Para salir de nuestro prolongado estancamiento necesitamos eficiencia, igualdad, transporte e infraestructura vial. A grandes rasgos, la propuesta consiste en reducir el aparato estatal, sin monopolios (Recope, ICE y Fanal). Simplificar trámites para facilitar la creación de negocios y disminuir la informalidad.

Eliminar los privilegios y pluses salariales del empleo público; eliminar las huelgas abusivas mediante un ajuste a la legislación laboral; reducir el asistencialismo dando educación técnica y de servicios al sector de la población en pobreza; y ordenar el transporte público urbano, modernizar carreteras, construir puentes sobre nivel, desarrollar e instalar un moderno, rápido y eficiente sistema de trenes de pasajeros y carga que cubra las áreas urbanas y alejadas. Lo anterior hará más competitivo y atractivo el país para la inversión extranjera, el turismo y la creación de empleos.

Esta reforma no es para gobernantes de correntada, ni de ideología totalitaria, sino para un estadista que siga las huellas de los cuatro tigres y sea muy persistente en su objetivo de alcanzar el desarrollo del país.

El autor es ingeniero.