Los foros institucionales organizados por la Comisión Especial Interdisciplinaria de la Rectoría de la Universidad de Costa Rica se han convertido, a lo largo de los años, en un componente destacado de la agenda institucional, gracias a la pertinencia de los temas propuestos para la discusión, y por el alto nivel de los panelistas participantes.
Academia y sociedad. Estos foros buscan fortalecer el vínculo entre la academia y los distintos sectores de la sociedad costarricense. Su propósito es ofrecer oportunidades para un diálogo desde experiencias y perspectivas plurales, como parte de un proceso más amplio de reflexión y análisis sobre problemas de alta relevancia social, cuya contraparte indispensable es imaginar y diseñar soluciones alternativas.
El primer foro del 2014 ha abordado un tema urgente para el país: el desarrollo en la producción eléctrica. Sin duda, es un tema crucial y complejo, pues debe planificarse de modo que asegure un justo balance en distintos ámbitos sociales, económicos y ambientales; y que ofrezca soluciones energéticas de bajo costo, sostenibles y confiables, que contribuyan a aumentar la equidad social sin generar daños al ambiente y sin violentar a las comunidades.
La energía es un factor clave en la compleja fórmula para un desarrollo humano integral. Su uso ofrece oportunidades de bienestar de muy diversas maneras: incide sobre los alcances de la salud, la educación y el trabajo, así como en el desarrollo tecnológico, productivo y cultural.
Energía e inclusión. Debido a esto último, la producción y distribución de energía es un tema que debe ser pensado desde la perspectiva de los derechos humanos. La energía no puede tratarse como una simple mercancía, no debe estar disponible solo para quien pueda pagarla. Las políticas de ahorro tampoco deben convertirse en formas de exclusión social que afectan a los sectores más empobrecidos, mientras los más ricos se consideran exentos. Por el contrario, la producción y el acceso a la energía deben actuar como estrategias de inclusión y creación de oportunidades, para que más personas se incorporen al proceso productivo y mejoren su calidad de vida.
Las políticas energéticas deben estar acompañadas de otras que se preocupen por la protección del ambiente. Históricamente, en su búsqueda de recursos, riquezas y energía, las sociedades modernas han presionado hasta el desgaste los ecosistemas naturales, comprometiendo la vida en el planeta y su diversidad. Hoy el cambio climático aumenta la vulnerabilidad de estos sistemas, y obliga a las sociedades a buscar, a través de la innovación, medios alternativos menos dañinos, que puedan satisfacer las demandas siempre crecientes de energía.
En el último Informe del Estado de la Nación se plantea como un mito esa Costa Rica verde de energías limpias que todos quisiéramos creer que existe. Se señala que nuestra huella de carbono nacional es creciente y de alto impacto. Se advierte, además, el aumento en el uso de hidrocarburos para atender el constante crecimiento de la demanda eléctrica. Por otra parte, la oposición de ambientalistas o comunidades locales a algunos de los grandes proyectos hidroeléctricos nacionales, como el del Pacuare y el Diquís, nos advierte que los procesos de desarrollo eléctrico en nuestro país deben conducirse de una manera sensible ante las visiones de mundo, necesidades y aspiraciones de colectividades específicas.
Ecuación compleja. Esto nos hace pensar que, en la tarea de diagnóstico y prospección del desarrollo eléctrico en Costa Rica, hay que intentar resolver una ecuación compleja, que produzca el balance justo entre las diferentes aristas sociales, económicas y ambientales que se articulan alrededor del tema energético. Las soluciones que atienden estas aristas por separado pueden no armonizar y generar nuevos obstáculos en otro ámbito. Por ello, debemos estar alertas ante las buenas intenciones que pueden llevarnos hacia malos resultados. De ahí, la importancia de un análisis profundo desde múltiples perspectivas, que reflexionen sobre la historia del desarrollo energético mundial y nacional, sobre sus éxitos y fracasos, para proponer futuros alternativos viables.
Desde una visión ética y sistémica, debemos ser capaces de plantear con lucidez las prioridades de nuestra sociedad, y articular con eficacia acciones que las materialicen. El compromiso colectivo debe darse con el bien mayor, aquel cuyos beneficios potenciales sean mejor distribuidos, y cuyos efectos positivos se multipliquen a largo plazo.
Hoy el país debe planificar un futuro que sea sostenible, de acuerdo con el crecimiento proyectado en la demanda de energía y el desarrollo de la actividad económica nacional. Posiblemente, esto requiera reformas a la institucionalidad y a las leyes vigentes, para dar mayor flexibilidad al sector y lograr la viabilidad, eficiencia y sostenibilidad energética que el país requiere.
Participación privada. Aquí se plantea otro de los aspectos controversiales dentro de esta ecuación: la participación privada en la generación eléctrica. En este, como en muchos otros temas prioritarios y complejos que se han convertido en un desafío para la sociedad porque comprometen seriamente el bienestar de la ciudadanía, las soluciones requieren el logro de sinergias interinstitucionales e intersectoriales. Bajo la guía del Estado y de políticas claras que prioricen el bien común por encima del lucro, la iniciativa privada debería ser capaz de hacer las contribuciones responsables y solidarias que el país necesita. En síntesis, tenemos el deber ético generacional de ampliar las posibilidades y oportunidades del país para incidir sobre los problemas energéticos y ambientales a largo plazo, de acuerdo con las tecnologías disponibles y la capacidad de adaptación de los sistemas naturales y humanos. Hoy como nunca, debemos identificar inversiones inteligentes y responsables que provean al país de la energía que necesita para asegurar una prosperidad futura con equidad, para confirmar su compromiso con la protección de la naturaleza (enfatizando el uso de fuentes de energía renovables y autóctonas), y para mejorar la competitividad de sus sectores productivos en los mercados internacionales.
Colaboración de la UCR. Desde la Universidad de Costa Rica deseamos colaborar no solo a través de espacios de análisis y debate, sino también con el apoyo científico y técnico, para el perfeccionamiento de los procedimientos y metodologías empleados en el desarrollo de energía renovable, y con el estudio de las distintas fuentes de producción energética: solar, geotérmica, eólica, hidroeléctrica y biomasa. Disponemos de avances tecnológicos que podemos poner al servicio del Estado y la empresa nacional, con el fin de buscar soluciones pertinentes a problemas de alto impacto e interés social.