Hace un tiempo escribí en este medio un artículo titulado “El arte de educar es educar con arte”, sustentado en los contenidos de un Encuentro de Ministros de Educación y Cultura, titulado La educación artística: construyendo capacidad creativa para el siglo XXI, celebrado en Portugal. Contó con la presencia de alrededor de mil personas: ministros, viceministros y técnicos en educación y cultura, de muchas nacionalidades.
Retomo el tema de la importancia de la educación artística motivada por la experiencia surgida de un proyecto conjunto entre la Academia Costarricense de la Lengua y la Universidad de Costa Rica, que se llevó a cabo en la escuela Miguel de Cervantes, situada en Hatillo 3, con motivo de la conmemoración de los cuatrocientos años de la muerte de Miguel de Cervantes.
Orden y arte. Justo al entrar al edificio, se “siente” una escuela llena de colorido, ordenada, limpia, con estudiantes bien uniformados, alegres y juguetones. Los muros que la circunscriben y las paredes internas del edificio están pintadas tanto con temas culturales (como veremos) así como de la naturaleza: árboles, flores, pájaros, ríos, montañas, cataratas, etc. lo cual le otorga un aire de amplitud y frescura.
El tema de don Quijote se va construyendo de la siguiente manera: pasado el portón de entrada, nos recibe un amplio mural, nítidamente realizado, que recrea el encuentro de don Quijote y Sancho con los molinos de viento. Para enfatizar la importancia que se le concede a este pasaje lucen, altos y erguidos, tres grandes molinos construidos con latón y con sendas aspas que se mueven con el viento.
En las paredes del interior del edificio, alrededor del boquete de entrada al comedor así como en sus paredes internas, lucen recreados algunos de los pasajes del periplo de don Quijote: el tema del yelmo y la armadura, el de su biblioteca, el de ambos personajes descansando en una pradera, el del encuentro con las ovejas y, de nuevo y recurrente, el pasaje de los molinos de viento (creo que es uno de los pasajes que más atraen a los estudiantes); hay, además, varias recreaciones de Dulcinea; muy destacado el momento de la muerte de don Quijote con los personajes que lo acompañaban. Todo realizado con ingenio y calidad pictórica.
Unido a lo anterior, una sui generis experiencia que comparto con los lectores. Se trata del nombre de la soda: Dulcinea; y debajo de este título la leyenda: Fast food.
La actividad se llevó a cabo en la biblioteca, donde destacaban tres paneles con textos alusivos a Cervantes y a las personalidades de don Quijote y Sancho. Una foto-cabina sirvió para que los alumnos se retrataran y se familiarizaran con el tema. La presidenta de la Academia de la Lengua y el representante de un Proyecto de Acción Social de la Universidad de Costa Rica obsequiaron a los alumnos con significativas palabras relacionadas con el arte de leer. Finalmente, un estudiante de la UCR se vistió como Miguel de Cervantes, para disfrute de los alumnos.
Equilibrio. El enlace con el espíritu del mencionado congreso se establece cuando se asume la creación artística (los temas desplegados en los murales) como parte de una enseñanza que, al ponderar este quehacer, cumple con el requisito de la necesidad de promover el justo equilibrio entre dos espacios disciplinarios: el arte y la ciencia, que aunque funcionan a un ritmo y dinámicas diferentes, ambos son vehículos de conocimiento.
Extendiéndome un poco más, se plantea que cuanto más estrecha sea la relación de los estudiantes con las artes y con la educación artística, y cuanto más permeado esté el ambiente familiar de una actitud positiva hacia los quehaceres artísticos, se logran estudiantes con espíritu creativo.
Nuestra visita a la escuela Miguel de Cervantes al cerrar el año de la conmemoración de la muerte de Cervantes, nos permitió no solo participar del homenaje al célebre escritor, sino conocer una escuela ejemplar que cuenta con una directora ligada al quehacer artístico, que irradia sus intereses en su equipo y logra una escuela modelo.
La autora es filóloga.