Pasada la convención liberacionista, es pertinente reflexionar sobre los retos sistémicos, partidarios y de cultura política que se le presentan al país.
Sistema político. Desde la perspectiva del sistema en su conjunto, los principales desafíos se relacionan con la fragmentación parlamentaria, las dificultades para la gobernabilidad, la permanencia de la representatividad y la pérdida de confianza en las instituciones políticas.
La proliferación de grupos parlamentarios, alentada por la representación proporcional, es un obstáculo en el camino para el logro de acuerdos interpartidarios y pareciera que este fenómeno se repetirá a menos que algún partido alcance una hegemonía relativa en las próximas elecciones.
Por otra parte, la gobernabilidad no es un problema exclusivo de la representación institucional, pues depende de la participación e inclusión de diversos actores sociales (sindicatos, cámaras, universidades). Luego de la tregua sindical de la que ha gozado este gobierno, el próximo, si es de signo diferente, tendrá que enfrentar de nuevo la protesta callejera.
Es evidente que una simplificación del número de partidos aportaría a la funcionalidad del sistema político, pero debe evitarse perjudicar la representatividad de los actores. El multipartidismo llegó para quedarse pues refleja la diferenciación social.
El aumento del desprestigio de las instituciones partidarias, fenómeno mundial, nos habla de la necesidad de comprender y canalizar esa indignación, así como de entender la reconfiguración del sistema de partidos y abandonar la nostalgia por el bipartidismo del pasado.
La cultura política. La clase política costarricense enfrenta el reto de dejar en el pasado una visión elitista que se repartía el poder calladamente en un escenario oculto, lejano de la participación ciudadana.
La rebeldía de viejas capas medias y la irrupción de nuevos estratos intermedios clama por valores de participación e inclusión, y rechaza los intentos de restauración caudillistas fundados en el valor de los apellidos. El autoritarismo caudillista y las dinastías políticas pasarán a ser el recuerdo de un pasado que se fue para siempre.
Las identificaciones políticas tienen que ver hoy con una diferente y compleja socialización política que han experimentado las nuevas generaciones, grandes cambios en la sociedad (urbanización y demografía) también inciden en este proceso. Del mismo modo, significativos acontecimientos como el Combo del ICE y la lucha contra el TLC han influenciado las percepciones y valores de las nuevas generaciones, suscitando nuevas actitudes políticas que los tradicionalistas no llegan a descifrar.
Una sociedad diversa demanda la plena vigencia del pluralismo valórico y del progresismo social en momentos en los que la pobreza no retrocede y la desigualdad aumenta.
Los partidos. Sin embargo, no todo es sistémico o cultural, las trayectorias particulares de cada partido y sus líderes son relativamente autónomas y explican también los procesos.
El PAC en el Poder Ejecutivo se ha transformado en un partido del sistema, atrás quedaron las tentaciones chavistas que denunciara en su oportunidad don Beto Cañas. Don Luis Guillermo ha sido un buen administrador de lo establecido, aunque sus adversarios políticos le reprocharan su pasividad inicial frente al problema fiscal.
En la elección que se avecina, los del PAC no podrán jugar más la carta denuncista del 2013 y tendrán que defender los cambios parciales como “el gran cambio” prometido, labor difícil, aunque uno de sus precandidatos ya se ha lanzado por esa vía.
¿Qué logros van a defender más allá del puente de “la platina” y una disminución pequeña en la pobreza? ¿Lograrán conciliar la brecha ideológica interna entre los moderados de Zapote y los radicales de Montes de Oca, aliados con Patria Justa y el Frente Amplio? ¿Ofrecerán una campaña defensiva o seguirán prometiendo “el gran cambio”?
El PLN está enfrentado a curar las heridas entre el arismo y el figuerismo para unir al partido. Don Antonio deberá probar que, a pesar de ser un aliado leal de don Óscar, también es autónomo.
Durante la convención, los precandidatos discutieron sobre complacencia o confrontación con el actual gobierno. Ni lo uno ni lo otro, las elecciones se ganan con crítica inteligente al gobierno de turno y ante un gobierno que no ha hecho daños, lo probable es que la crítica liberacionista se dirija a cuestionar a Solís por lo que pudo haber hecho y no hizo.
Por otra parte, como lo ha dicho su candidato, el PLN no llega al 40% y para ganar deberá incorporar en sus filas a figuras o sectores sin afiliación partidaria o provenientes de otras filas. ¿Cómo lo harán?
No obstante, uno de los más grandes retos del PLN será obtener una mayoría parlamentaria que la permita gobernar y que no se repita otro gobierno de minoría como el de Solís.
Los socialcristianos deberán levantarse más allá de los raquíticos resultados de Fishman y de Piza. La convención interna se anuncia reñida, por las diferencias ideológicas (liberales frente a socialcristianos) y podría potenciar su capacidad de atraer nuevas clientelas políticas. La actitud crítica con el gobierno actual jugará un papel importante en su diferenciación en el escenario político.
La escisión del Partido Republicano Socialcristiano (calderonismo) no dejará de presentar un reto en la posible resurrección de la familia socialcristiana. El Frente Amplio ha desperdiciado la candidatura de José María Villalta, quien hubiera sido un buen candidato por los resultados del 2014 y sus condiciones carismáticas.
Por otra parte, dado su pacto con los sindicatos y el partido de gobierno se verá obligado a defender la gestión de don Luis Guillermo y se le ubicará en el oficialismo. Las contradicciones entre las corrientes sindicales que lo atraviesan (radicales contra gradualistas) dificultarán la presentación de una oferta consistente y lo expondrán a los ataques de sus adversarios.
Además de la personalidad de Villalta, parte de su éxito electoral del 2014 (9 diputados y 17% de la elección presidencial) se debió a la movilización de la protesta social contra el gobierno de doña Laura, algo imposible contra un gobierno del que han sido aliados en múltiples aspectos.
El Movimiento Libertario anuncia una convención que le podría dar algún aire y exposición mediática, aunque, como el PAC, deberán enfrentar las consecuencias de acciones judiciales contra dirigentes de su partido. Por otra parte, la ruptura “liberal progresista” de don Eli Feinzaig también podría afectarlos negativamente.
La aparición de candidaturas populistas ajenas ( outsiders ) a los partidos actuales es una posibilidad, sin embargo, el fracaso de Figueres con el llamado a los miedos y las venganzas justicieras, apelando también a la vestimenta no convencional, a la gestualidad y emoción exageradas parece haberles puesto algún límite a estos histriónicos intentos.
Los pretendidos salvadores tienen una ardua tarea, deberán probarle al país que estamos en el fondo del precipicio, cosa difícil después de años de estabilidad económica y de ausencia de casos de corrupción sonados.
El método de confrontación continua con lo establecido puede dar resultados, aunque los intentos de machismo político propiciando el hundimiento de lanchas, la superioridad testicular y los puños en alto resultaron ineficaces.
La suerte de estos populistas depende de que logren convencer que son verdaderos salvadores, construyan un enemigo mítico y vendan una oferta creíble, a pesar de lo simple de las propuestas populistas.
Las condiciones sistémicas no son favorables a una inmediata resolución de la paralizada situación política, el avance de nuevos sectores y valores sobre el panorama político hacen de la inclusión política un imperativo y los partidos están marcados por sus contradicciones internas, escisiones y ambigüedades.
Los vientos no son propicios, todo dependerá de la habilidad de los timoneles para leer la realidad y de la fuerza electoral que acumulen.
El autor es politólogo.