Recuerdo cuando acompañaba a mi mamá y a mi papá, cada cuatro años, a ejercer su derecho al voto. Ellos me enseñaron el valor de la democracia y el poder de los ciudadanos en el proceso electoral. Esa formación me motivó a participar como guía en la elección del 2018. El domingo 6 de febrero regresé a la Escuela Rescate de Ujarrás, donde cursé la primaria, esta vez para emitir mi primer voto.
Me emocionó ver que, a pesar de la pandemia, no hubo impedimento para que familias completas disfrutaran de la fiesta electoral. Las calles llenas de colores y simpatizantes de los partidos convivieron en forma pacífica y respetuosa, y mostraron entusiasmo en ese día decisivo.
Me sentí identificada con los miles de niños que ondeaban sus banderas alrededor de los centros de votación porque, sin dimensionarlo, celebraban la libertad que ha caracterizado a nuestro país; la misma que nos permite ser escritores de buena parte de nuestra historia.
El domingo jóvenes como yo pasamos de las clases de Cívica a la participación activa en la política. Salir a votar obligaba también a analizar nuestro contexto, y eso significaba ser consciente del estado actual de la educación, el empleo, la salud pública, la brecha de género, etc., y, a la vez, intentar plantear los cambios que urgen en estos ámbitos de gran preocupación.
En algunos planes de gobierno, la palabra jóvenes se menciona en muchas secciones; sin embargo, en las intervenciones de los candidatos en los medios o debates fue notoria la ausencia de los asuntos relacionados con nuestras necesidades. Quiero un compromiso real, que trascienda más allá de las estrategias de campaña en plataformas como TikTok o Instagram.
Pese a que un 59,71% del padrón electoral votó, el futuro de los próximos cuatro años quedó registrado a medias. El domingo descubrimos la distribución de la próxima Asamblea Legislativa, pero quedamos de nuevo a la expectativa de quién encabezará el Poder Ejecutivo, lo cual se sabrá después de la segunda ronda.
Aunque la elección democrática continúa, el ambiente festivo es desplazado por tensión e incertidumbre. Se genera una percepción de enfrentamiento más directo al haber solo dos candidatos. El 3 de abril volveremos al ejercicio del sufragio para dar inicio a una nueva página en la historia de Costa Rica, los partidos que siguen en el proceso deberán plantear muy bien sus estrategias y ser cuidadosos, pues los observamos con ojos más críticos.
Estudiante de Computación en el Tec y de Comunicación en la UCR.