Dicen que la justicia es una cualidad de Dios que los humanos tratan de imitar' No es de sorprenderse, entonces, que haya tantos ateos. Y en cada ámbito, aunque sea de corte laico y alejado de cuestiones celestiales, cada día encontramos menos creyentes de causas perdidas, como el periodismo nacional. Entre los nuevos ateos de esta religión, me cuento yo. Y cómo no. Gracias a la magia de Facebook, observé lo inaudito: un video con la participación de Katheryn Arbenz y Johana Ortiz, Las botineras de Messi.
Errores de estas autoproclamadas “periodistas” no sorprenden a nadie que tenga un cuarto de cerebro funcionando. Pero esta vez, se superaron. Enviadas a Sudáfrica para cubrir nada menos que “cultura, historia” y demás aspectos de un país extremadamente complejo, su brillante nota consistió en plantarse frente a la casa del jugador argentino Lionel Messi y enviarle un queque (o según ellas, una “torta”), con la esperanza de lograr entrevistarlo. Como diría Condorito: ¡PLOP!
En buen tico: ¡manda! Asimilando la triste verdad, en cuestiones futbolísticas ya se sabe que la testosterona dirige el negocio, así que, en este ritual de masculinidad, es lógico que se premie la presencia femenina, como lo prueba la participación impecable de Leonora Jiménez y de las “periodistas” de marras en los canales nacionales.
Sin embargo, llega el punto en que quienes nos matamos años en la universidad queremos cometer un holocausto periodístico, cuando vemos que cualquiera puede quitarle el trabajo a quien se lo merece. Ningún gremio tiene la mala suerte de que sea la imagen la que pese sobre años de estudio y de experiencia. A nadie lo ponen a operar a corazón abierto por ser bonito. Pero nosotros, pobres diablos que creyeron que la universidad no era una broma de mal gusto, nos aguantamos estas bofetadas al sentido común. ¡Manda! De haber sabido, en vez de haber matriculado Análisis del Discurso y Teoría de la Comunicación, hubiera inscrito Introducción al Spinning , Pastelería orientada hacia egos estratosféricos y, claro, el taller salvavidas: Wonderbra con énfasis en siliconas nuevas.
Cuando decidí ser periodista, tenía claro que no quería formar parte del mundo televisivo. Siempre he sido una enamorada de las letras y ya, hablando a lo chancho chingo, sabía que no había espacio para una mujer de 1.64 m., celulitis y nariz curva. Pero si quieren féminas bonitas, conozco de sobra excelentes profesionales de formas exuberantes, con preparación y mucho cerebro. Mujeres periodistas con todas las letras de la palabra que sabrían cómo conseguir una entrevista con alguien de la talla de Messi, y no estarían en la puerta de la casa, esperando, como dijo Arbenz, a ver “si por lo menos se asoma por la ventana”. ¡Nombres! Seguro que semejante toma valió el tiempo y el dinero en enviar a estas gruppies .
Que Dios nos agarre confesados. Luego se quejan de la fuga de cerebros en este país. Pero cómo no irse ante este Apocalipsis periodístico. La verdad, como profesional, una se cuestiona si vale la pena rebajarse a tanto y tiznarse en medio del “trabajo” que se prepara en esta fábrica de ridículo.
Dudo si la estrategia de la “torta” surtió efecto o no. El video que padecí es argentino y no salió al aire en este país, así que ¡bravo!, la polada trascendió fronteras. Lo dudo, porque cuando el entrevistador les preguntó a las pseudoperiodistas si consideraban sexy al jugador, después de que torcieran la cara, ni siquiera clasificó a primera ronda. ¡Ouch! Sin embargo, no le fue tan mal: ellas aseguraron que lo admiraban futbolísticamente (me gustaría saber exactamente por qué, ya que Messi no es famoso por su obra plástica vanguardista, sus sinfonías maestras o cualquier otro ámbito no vinculado al deporte rey).
En fin, creo que ahí pasaron sus buenas horas, porque, como manifestó Ortiz, con un puchero habían entrado, “al parecer”, algunos familiares (nótese la precisión informativa) y la cosa iba para largo.
Empero, como aseguró Arbenz, ahí se quedarían porque lo último que “se pierde es la esperanza”. Bien por ella. Algunos ya notamos que nos encontramos en el infierno y al buen estilo de Dante, dejamos en la puerta toda esperanza. Y, ¿qué vamos a hacer? Como dirían nuestros ilustres jugadores nacionales: “¡Diay!, son cosas del futbol”.