En una opinión publicada por la señora Abril Gordienko ( La Nación , 5 de marzo, pág. 31A) sobre la situación que prevalece en Venezuela, declara su “repudio por las acciones del gobierno de Maduro y solidaridad con los manifestantes”. Luego, se refiere a la “indiferencia” de la comunidad internacional. También afirma que el Gobierno ha mantenido un “tenaz silencio” sobre lo que ocurre en Venezuela.
El Gobierno comparte la legítima preocupación de la señora Gordienko por lo que acontece en Venezuela, pero nuestra posición no es la de quienes, con sus acciones o palabras, terminan por atizar una ruptura institucional o, incluso, un golpe de Estado, como algunos sugieren, una salida que solo agravará la situación del pueblo venezolano.
Claramente, el Ministerio de Relaciones Exteriores ha dicho que lo que procede es alentar a los propios venezolanos para que, por medio de los mecanismos constitucionales e institucionales previstos en su ordenamiento interno, puedan encontrar solución a sus diferencias.
Diálogo. Como fervientes creyentes del diálogo, advertimos que sería muy peligroso y contraproducente una salida que exacerbe la violencia. Nuestro llamado es a la prudencia y la cordura. Costa Rica, como país de paz, claramente sumó su voz a quienes abogan por el diálogo y por evitar un agravamiento de la situación, que solo dolor y sufrimiento podría causar al pueblo venezolano.
Fuimos de los primeros países del continente que, desde el 14 de febrero, nos pronunciamos y emitimos un comunicado en que deploramos “las manifestaciones de violencia, del 12 de febrero, que han causado luto y dolor entre los venezolanos”.
Y, en relación con los hechos de violencia, expusimos que “es pertinente que las autoridades venezolanas investiguen y determinen las responsabilidades por las víctimas y heridos” (www.rree.go.cr).
Desde la Celac, nuestro país ha alentado las posiciones responsables, y ha manifestado, como dice el comunicado de ese foro, la importancia del “pleno respeto de todos los derechos humanos”.
El texto del comunicado de prensa emitido por la Cancillería afirmaba que: “Costa Rica, respetuosa de los asuntos internos de los países hermanos, expresa su preocupación de que pueda exacerbarse un clima de confrontación que perturbe la paz y la estabilidad de Venezuela”.
Y reiteraba su esperanza en que “los recientes sucesos puedan encontrar vías de solución por el camino del diálogo y del entendimiento para el bien del pueblo venezolano”.
“Costa Rica, como país amante de la paz, exhortaa queprevalezca la cordura y el respeto paraevitar un agravamiento de la situación, pues laviolencia solo puede causar más división y dolor”, dijimos en el comunicado.
Responsable y prudente. Costa Rica también llamó a “fortalecer los canales de la concordia y la convivencia entre hermanos y superar estos apremiantes momentos”.
Los cancilleres de Unasur (Argentina, Bolivia, Brasil, Chile, Colombia, Ecuador, Guyana, Paraguay, Perú, Suriname, Uruguay, Venezuela),en una reciente declaración (12-03-2014), han coincidido con la posición de Costa Rica. Reunidos para conocer la situación en Venezuela, acordaron: “respaldar los esfuerzos del Gobierno de la República Bolivariana de Venezuela para propiciar un diálogo entre el Gobierno, todas las fuerzas políticas y actores sociales, con el fin de lograr un acuerdo que contribuya al entendimiento y la paz social”.
Como puede apreciarse, hemos expresado nuestra opinión, que, ciertamente, no es la de echar más leña a la hoguera. Como hemos documentado, el Gobierno de Costa Rica, de manera responsable y prudente, sí se ha pronunciado sobre Venezuela.
Podemos tener la seguridad de que, si la señora Gordienko se hubiese informado de manera adecuada, habría fundamentado sus opiniones apropiadamente, sin lanzar acusaciones sobre un supuesto silencio, que no son consistentes con la realidad. Una opinión responsable y sustentada ayuda a fortalecernos como país. Lo contrario es poner en entredicho a la nación costarricense y sus valores de sociedad civilista y amante del diálogo y la paz.